El trípode

El candidato Sánchez y sus «cambios de opinión»

Al calor le añadimos la desmovilización de su partido tras el reciente revés electoral , encontramos la respuesta al porqué de su original campaña electoral que comenzó diciéndole al candidato a sucederle el tipo de campaña que debía hacer.

El calor sofocante con temperaturas, por encima de los 40* en el centro y sur de la Península, sitúa a Sánchez, un día sí y otro también, ante el espejo de su egoísmo y la inconveniencia de «su persona» para ejercer la tan elevada responsabilidad de gestión que le concedieron quienes le llevaron a la Moncloa, –tras dos rotundos fracasos electorales y sin pasar por las urnas–, precisamente para trabajar desde allí, no por el bien común de los españoles. y el interés general de España, sino por el suyo personal y el de sus socios antiespañoles. Obviamente no es su responsabilidad que tengamos estas temperaturas, pero sí el convocar elecciones en pleno verano e inmediatamente después de las municipales y autonómicas, manteniendo a la población en una inacabable tensión electoral, y derrochando gasto público, pudiendo haberlas convocado conjuntamente. Si ahora, al calor le añadimos la desmovilización de su partido tras el reciente revés electoral , encontramos la respuesta al porqué de su original campaña electoral que comenzó diciéndole al candidato a sucederle el tipo de campaña que debía hacer. Ya sabemos: seis debates, seis, –cual morlacos para lucirse el maestro– y ser lidiados por él, cara a cara, y uno por semana. Ante la negativa de su rival y con una oferta alternativa, Sánchez ha elegido otro formato, similar, pero con sus ministros en el papel de Feijóo, con quienes mantiene unos «apasionantes» diálogos como entrevistador- estrella para la ocasión. Ante el descriptible interés de esa oferta informativa con Escrivá y Luis Planas de primeros sparrings, no sabemos si contará con alguna de sus ministras que acaso pudieran captar más audiencia por parte del electorado. Se le ha sugerido Irene Montero, con quien podría mantener un interesante duelo dialéctico acerca de esa ley a la que poco después de su aprobación, él calificó de «referencia de vanguardia del feminismo mundial» y que ahora considera fruto de un «error técnico».

En todo caso, su campaña mediática le permite evitar el calor de los mítines tanto en locales cerrados como al aire libre, además de no precisar de una gran movilización de la militancia. Ahora ha salido del perímetro de confort mediático mantenido durante toda la legislatura, aclarando que las mentiras que se le atribuyen no son tales sino que responden a «cambios de opinión». Al efecto podría entrevistar también a Gabriel Rufián, que ha replicado que la modificación del Código Penal para sus aliados secesionistas condenados por el TS no fue un cambio de opinión suyo, sino conseguido por ellos a cambio de seguir manteniéndole en la Moncloa. Y a Otegi, para saber si gobierna gracias a él o no.