Editorial

Cierre de filas con la corrupción y el fango

El clima es aún más irrespirable. Sin debate, sin autocrítica y sin nada que ofrecer a la ciudadanía. Solo la certeza de resistir atrincherados entre la corrupción y el fango

El PSOE clausura hoy su Congreso Federal de Sevilla sin cumplir los objetivos con los que se convocó como un punto de inflexión para recuperar la iniciativa y el pulso políticos. Ni siquiera ha habido un amago de algo parecido a la máxima de los partidos de hemos entendido el mensaje de la ciudadanía. Nada de nada. Embebidos de un cesarismo desatado, ciegos y sordos a todo lo que no concuerde con el dogma del líder, los socialistas han abrochado el cónclave con la decidida estrategia de la bunkerización cimentada en la narrativa del bulo, la mentira, la persecución y la victimización expresada por Santos Cerdán en su denuncia de estar sometidos a una «cacería humana» por los tribunales, el PP y los medios de comunicación. El hostigamiento y la criminalización de pilares del estado de derecho como la Justicia, la alternativa y la libertad de prensa han expresado y han concretado la deriva bolivariana del ya finado referente de la socialdemocracia europea. De los parlamentos en el cónclave hispalense se ha puesto de manifiesto que el movimiento sanchista lo ha incinerado sin miramientos. Si ya es grave y desalentador que cualquier sigla que se reconozca como democrática se emplee en esos términos beligerantes contra el trabajo de los togados sin respeto a su independencia, extendiendo un manto de sospecha prevaricador sobre todos ellos, que esto haya partido del partido en el gobierno, de los más estrechos colaboradores del presidente, debería encender no ya las alarmas en nuestro país, sino en la propia Europa. Que se desacredite al Poder Judicial en plena investigación de múltiples casos que circundan el Ejecutivo y el PSOE retrata la pulsión autocrática que dinamita los equilibrios y los contrapesos del sistema para no rendir cuentas con integridad. El sanchismo había llegado a Sevilla bajo la presión de imputaciones e instrucciones judiciales de familiares y notables, agravadas por las confesiones de Aldama y las pruebas aportadas por Juan Lobato sobre la guerra sucia contra Díaz Ayuso. La respuesta no ha sido la contrición, la transparencia o la verdad, sino la exaltación de la peor política, la del abuso institucional, la del que habita una burbuja ajena a la realidad y a la verdad hasta incluso festejar la apología de la corrupción con la orquestada ovación del congreso socialista a los dos principales condenados por el saqueo de los ERE, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, «amnistiados» por el Constitucional pumpido-sanchista. El Ejecutivo y el partido saldrán del congreso mucho peor de lo que entraron si era posible con Moncloa convertida en una máquina del fango para destruir al adversario, conforme a las pruebas en manos del Tribunal Supremo. Según el discurso oficial, todo es un fabuloso engaño, pero Sánchez Acera, señalada por Lobato, ha sido fulminada como consejera de Paradores mientras el ministro Óscar López ha pasado como alma en pena entre bambalinas. El clima es aún más irrespirable. Sin debate, sin autocrítica y sin nada que ofrecer a la ciudadanía. Solo la certeza de resistir atrincherados entre la corrupción y el fango.