Aunque moleste

La coartada de Ábalos

El ex ministro es un peligro andante para Sánchez por la información que acumula de su gestión

Cuando Sánchez le comunicó por escueto y frío whatsapp a Ábalos que no iba a seguir contando con él en el Gobierno, «muchas gracias por tu servicio, José Luis», se supone que el presidente ya sabía algo de lo que ahora ha puesto negro sobre blanco la UCO en el juzgado. Quién fue quien le trasladó esa información, aún es una incógnita, aunque igual la fuente no esta en el CNI ni en montañas lejanas, sino en su mismo entorno, en la cercanía cercana, en estrecha relación con la persona que más sabía del ministro. Charlas de salón de té que a veces no tienen relevancia, pero que resultan a la postre decisivas para obligar a cesar, inesperadamente y sin que nadie lo pudiera imaginar, al tres del PSOE y hombre para todo, con poderes extra-normales obtenidos por la gracia del presidente. Poderes de los que cualquiera en el Gobierno era consciente, en tanto que cuando llamaba Ábalos pidiendo esto o aquello, difícilmente había colega o presidente autonómico que se pudiera negar.

Comunicado el cese, la reacción del valenciano no fue tan serena como se cuenta, sino tal vez al contrario. Tanto que exigió una compensación, sí-o-sí, en forma de embajada latinoamericana o como parlamentario con presidencia de Comisión, para que el perjuicio económico fuese el menor posible. Una promesa cara al futuro, pues los ministros cuando cesan tienen derecho a cobrar durante dos años el 80 por sueldo. Tras las elecciones de junio, la promesa se cumplió.

Sánchez quiere que Ábalos se vaya pero éste es consciente de que el presidente no le puede echar así como así, sin riesgo de que salga algún día en algún medio alguna cosa de esas que mejor mantener en secreto. El ex de Transportes es un peligro andante, más por lo que conoce que por lo que ha podido hacer, siendo esto último una incógnita. Maletas de Delcy al margen, da para pensar el tema ocioso de Guadalmina, las subvenciones de la Sepi y la tramoya en el país vecino, ojo al dato. Si canta Ábalos cae el Gobierno porque cae Sánchez. Él lo sabe. Ambos lo saben. Esos son sus «poderes». La coartada a la que se agarra quien llegó a ser anfitrión del presidente e invitado personal en su casa de Valencia.

De modo que lo de Koldo, chófer, acompañante, asesor, guarda-maletas, lugarteniente y portero matón de esquina, no es lo más grave de cuanto aquí se cuece, siendo todo gravísimo. Se trata de otras movidas, que el valenciano conoce y Sánchez también. De modo que el «si te he visto no me acuerdo» de toda la vida, no va a hacer mucha fortuna esta vez. Nadie conoce a nadie, o eso dicen ahora, pero Ábalos sí. Por eso pone precio a su silencio.

En cuanto a las mascarillas, aquello no fue sólo cosa de un ministro, sino de al menos cinco. Tapabocas, respiradores inservibles, hisopos, geles, batas y guantes comprados al doble de su valor. Todo por el procedimiento «negociado sin publicidad, acelerado». Hay tres directores generales de Illa procesados. Lo tiene crudo el ex de Sanidad. La empresa de Koldo es una más, pero hay otras.

Eso sí, lo que está por ver es el as que se guarda Ábalos en la manga. Es la clave.