El canto del cuco
El color de la paz
Hay miedo a que la «pax sanchista» reafirme la tiranía nacionalista, convirtiendo al Gobierno de España en su rehén permanente
Distintos acontecimientos han quitado brillantez a la «cumbre» de Granada, en la que ha destacado la visita turística de los mandatarios y acompañantes a la Alhambra, el escogido menú andalusí y la presencia de Zelenski. La ampliación de la Unión Europea ha quedado sobre la mesa para mejor ocasión, lo mismo que el acuciante problema de la emigración; y el dirigente ucraniano se ha vuelto a casa con la mosca en la oreja de que cunda el cansancio en Occidente y baje el apoyo a su país. La crisis política de Estados Unidos no ayuda a recuperar el entusiasmo.
Era la reunión de Granada el acto soñado para su lucimiento por la presidencia española. Había que tirar la casa por la ventana. En el aspecto turístico lo han conseguido los funcionarios encargados. No ha faltado detalle. Ha sido una buena promoción, con fular para todos incluido. Pero en el aspecto político lo de Granada se ha visto ensombrecido por distintos acontecimientos ajenos a la «cumbre». El más determinante ha sido el estallido del sangriento conflicto en Israel con el feroz ataque de Hamás. Ha servido para poner a prueba la coherencia del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez, en el que una parte del mismo se ha puesto de parte de los terroristas palestinos. Esto ocurre justo cuando se pretende reeditar el Gobierno de coalición a pesar de las radicales diferencias de sus miembros en política exterior, que afectan al prestigio de España y su fiabilidad internacional.
La gran manifestación del domingo en Barcelona contra los planes de Sánchez, y el tirante encuentro de ayer con Núñez Feijóo terminaban de dibujar a la vista de todos un sombrío panorama nacional. Dice Juan de Mariana (1536-1624) en su «Historia de España»: «Bueno es el nombre de la paz, sus frutos, gustosos y saludables; pero advertid el color de la paz, no nos hagamos esclavos (…) La servidumbre es el mayor de los males». Esa es la clave: el color de la paz que se prepara en Cataluña para la reedición del Gobierno de España. La muchedumbre que se manifestó el domingo en las calles de Barcelona ama la paz, pero detesta el oscuro color de la piratería. Esta vez los socialistas catalanes no salieron siquiera a defender la Constitución amenazada. Hay miedo a que la «pax sanchista» reafirme la tiranía nacionalista, convirtiendo al Gobierno de España en su rehén permanente. Todo el mundo sabe que el pacto del olvido que está fraguándose a escondidas se hace sin arrepentimiento, porque lo que se busca no es la paz, sino el poder.
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