Pilar Ferrer
Abanderada del honor
Sólo ella podía hacerlo como nadie. Soraya Sáenz de Santamaría es de esas mujeres que pueden defender la dignidad de la vida política y lanzar dardos contra quienes la vulneran. Con un pasado sin mácula, honradez en el presente y eficacia de futuro. Hete aquí a la número dos del Gobierno erigida en ariete afilado contra la corrupción, revisora de cuarenta medidas que modifican un buen grupo de leyes. Desde que volvió de vacaciones, ha salido más tarde que nunca del despacho, devorado papeles y analizado miles de informes. Es madrugadora, y se confiesa más alondra que búho, pero estas últimas semanas ha dormido poco y trabajado hasta la extenuación para llevar al Consejo de Ministros el paquete contra los trapos sucios de los servidores públicos.
Todo el mundo en el Congreso, incluidos adversarios, lo comentaban. La vicepresidenta ha vuelto espléndida, física y verbalmente. Su agrio debate con la otra Soraya, paisana de Valladolid, fue de traca. La socialista gritaba, y confundió la tribuna con un teclado de piano. Golpe a golpe, como para hacer sonoros sus argumentos endebles. Enfrente, la popular estaba inmensa. Con un aplomo de hierro y una oratoria de Cicerón, le exhortó cada venablo que dejaba tieso. Fue también un lenguaje manual, algo muy importante en el Parlamento. La Rodríguez, inquieta, le atizaba al atril. La vice, impasible, elevaba su dedo con contundencia. Es la diferencia entre fragilidad y autoridad. La cosa quedó clara.
El reto está servido. Aquí, muchos trinan, pero pocos anidan Este Gobierno ha sido el único en atreverse con un tocho legislativo contra la corrupción. Flanqueada siempre por sus fieles escuderos, José Luis Ayllón y María Pico, dos personas de primera, buenos conocedores de los entresijos parlamentarios y administrativos, Soraya es artífice y altavoz de estas medidas. Ha cogido, valiente, el estandarte contra los corruptos. Es la gran abanderada del honor. Como concepto moral de respeto, decoro, limpieza hacia uno mismo, y en el servicio a los demás.
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