Julián Cabrera

Acróbata Sánchez

La Razón
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El actual líder del PSOE carga con una angustia vital que en su momento no tuvieron otros aspirantes a La Moncloa o a presidir relevantes gobiernos autonómicos. Felipe González y José María Aznar en clave nacional o Maragall en Cataluña y Arenas en Andalucía –este último quedándose a las puertas– tuvieron, entre otros muchos casos, la oportunidad de repetir candidatura tras una derrota en las urnas. Esa angustia que ha acompañado a Pedro Sánchez desde el primer minuto de su llegada a la secretaría general del PSOE tiene mucho que ver con el hilo argumental de sus acrobáticas y arriesgadas decisiones.

Sánchez era sabedor de que del veredicto de las elecciones municipales surgiría, o un definitivo tsunami de contestación con epicentro en la federación andaluza de Susana Díaz, o una última bala derivada de la gestión de esos pírricos resultados. Si la pérdida de votos es la mayor en décadas pero a pesar de ello un pacto con grupos radicales garantiza mayor cuota de poder territorial, la elección podía tener cierta lógica, no tanto por apuntalar el discurso político del PSOE que muy al contrario quedaba tocado, como para garantizar el camino sin primarias para el asalto a La Moncloa.

Pero la carrera de Sánchez va a requerir de más acrobacias, no tanto ya en clave de parroquia interna como de cara a un electorado que cada vez se vende más caro. Compartir protagonismo con la bandera constitucional en su acto de proclamación fue un claro acierto que contrasta con una frase que parece burlona: «Pactaremos con lo mejor de España». Recuperar la centralidad y cuajar una oferta económica realista que evite otro «efecto Miliband» son las alternativas de un político que empieza a acostumbrarse a los saltos sin red.