Paloma Pedrero
Adopta
En Navidad, días de compras y euforias varias, se disparan las ganas de regalar un cachorro. Los niños, que son muy listos, lo piden insistentemente; estas intuitivas criaturas saben que tener un perro en casa es tener una suerte, una familia mejor. Los mayores, afectados por la insistencia del hijo, hacen cábalas sobre la posibilidad de comprar uno. Son tan bonitos de pequeños... ¿Cuánto es? Hecho.
Pero en España se abandonan alrededor de 150.000 perros al año. Porque verán, ese perrito simpático y besucón, llega a casa y se caga en la alfombra varias veces al día, añadiendo meaditas por doquier. A ese perrito hay que llevarlo al veterinario, ponerle un chip y varias vacunas. Ese perrito te despierta por la noche porque llora, le duele algo o quiere jugar. Esa preciosidad se zampa tu comida cuando te descuidas, también las zapatillas, cables, mesas, etcétera. Es un cachorro y necesita experimentar. Así que experimenta con tus calzoncillos, tus cajones o tu pluma de oro. Entonces pasa la Navidad y empieza la vida cotidiana. Pero el pequeño no se puede quedar mucho tiempo solo. Además hay que sacarlo, hay que educarlo, hay que cuidarlo. Porque no es un juguete, es un ser vivo con sus necesidades. Un ser que siente y padece, que ama y demanda cariño. Los mayores se agobian, no pueden con ese bebé canino que nunca se emancipará. ¡Unos ciento cincuenta mil lo abandonan! Los que logran sobrevivir están en albergues esperando una segunda oportunidad. Padres conscientes y cumplidores. Los canes no fallarán. Además ahora han crecido, están educados. Te lo darán todo. Yo les aseguro que tener un perro es una gran responsabilidad. Pero también algo maravilloso. Un inquilino para siempre en tu corazón.
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