Carlos Rodríguez Braun
África
Mientras mantenemos la imagen de África como el paradigma de la pobreza extrema, informó el semanario británico «The Economist» que desde mediados de los años noventa África ha crecido un 5 % anual de media. La lista de los que crecieron un 5 % o más, y cuya renta per cápita aumentó un 3 % anual o más entre 1995 y 2010 es: Burkina Faso, Etiopía, Mozambique, Ruanda, Tanzania y Uganda. Son países muy diferentes: algunos muy poblados (Etiopía) y otros no (Ruanda). Unos pocos tienen puertos de mar (Mozambique y Tanzania); los demás, no. ¿Por qué crecieron? Al revés de lo que podría parecer, no lo hicieron gracias a sus recursos minerales o a su petróleo, aunque efectivamente los pudieran aprovechar; pero si esos recursos explicaran la riqueza, muchos países de África y del resto del mundo deberían haber sido ricos siempre. En realidad, la explicación de su prosperidad relativa es modesta y antigua: los gobiernos. Dirá usted: ¡ah, los gobiernos ayudaron! Pues no exactamente, no ayudaron de manera abierta, pero sí hicieron algo de gran importancia: dejaron de causar tanto daño como antes. En efecto, empezaron a controlar la inflación y los (otros) impuestos con los que castigaban a sus súbditos. Diminuyó el mal trato a la empresa privada y dejó de empeorar el clima para los negocios. No se necesita mucho más que eso: que las autoridades dejen de hacer daño, o hagan menos daño que antes. Por cierto, lo que vale para África vale también para España.
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