Paloma Pedrero

Al cole

Por fin mi hija ya está en el colegio. Ella lo estaba deseando. Y no porque sea especialmente estudiosa, es que no hacer prácticamente nada, que es lo que hacen los críos durante sus larguísimas vacaciones, es deprimente. Los niños se hartan de caos. De ver tanta tele, de maquinitas virtuales, de campamentos de verano, de jugar. Porque jugar es maravilloso cuando lo combinas con trabajar. Porque el descanso sólo se aprecia cuando antes ha habido esfuerzo. Pero dos meses y medio de vacaciones es un error. Eso es algo que nuestros gobernantes tendrían que mirar, ¿por qué no lo hacen? Las criaturas pierden disciplina y conocimiento con semejante parada. Entran desentrenados en septiembre y necesitan otro periodo para adaptarse. Al final, si contamos el verano, la semana santa, los días de puente y otras fiestas, nuestros hijos pasan la mitad de los trescientos sesenta y cinco días del año en casa. En Babia. Un grave error pedagógico que pagan con creces. Y no digo yo que tengan que estar en el colegio estresados en clases de asignaturas severas, pero hay otras materias, fructíferas y divertidas para el aprendizaje, a las que se podría dar un tiempo y un valor que ahora no tienen. La creación, por ejemplo. Estoy convencida de que todas las horas que dediquen los niños a la música, el teatro, la lectura, el cine, la cocina y demás artes, serán una garantía para su formación pacifica. Porque sacar los demonios a través del arte es un formula infalible contra la violencia. Niños creativos, adultos desarmados.

Los niños ya están en el colegio y, por fin, ellos y nosotros, los padres, podremos trabajar y ordenar el caos de tanto tiempo perdido. Buen curso para todos.