Jesús Fonseca
¡Al cuerno con los cenizos!
¡A disfrutar de la vida! Se acabaron los pesimismos y el andar tristes y abatidos. Se terminó, también , el mal humor y la mala uva. Nada tan contagioso como el derrotismo. Así que, ni caso a ese bombardeo de vibraciones negativas. Ni caso a los cascarrabias, que son legión. La solución la tiene, una vez más, Ramiro Calle, el introductor del yoga en España. Toda una vida dedicada a ayudar a miles de mujeres y hombres a controlar la mente; es decir, a la loca de la casa. Y a recuperar el equilibrio, para lograr una existencia más positiva, más feliz. La clave de nuestro yogui no es otra que vivir de otra manera. Importa lo que importa: una existencia más sencilla, pensares y haceres pausados, no dejar que los desaguisados –y aún menos los de los demás–, nos afecten. Dice Ramiro Calle –ahora que tantos parecen emperrados en meternos el miedo en el cuerpo– que la cagalera favorece el pánico. Nada peor que alimentar rencores. El temor atrae la cosa temida. Lo que vivimos dentro de nosotros lo vamos proyectando, ciertamente.Y hay que ver lo que algunos disparan. ¡Mejor que se quedaran en casa! Vivimos rodeados de actitudes y decires que nos amargan la vida. De fanáticos y cascarrabias que sólo saben quejarse. Y más cuanto menos motivos tienen. ¡Al cuerno los cenizos! La alegría de vivir está en los adentros, por más canalla que se presente la cosa. Y, en verano, como sostiene Alfonso Ussía, pues hay que escribir de estas cosas, porque la política está agriada y baja sucia y ustedes, amables lectores, merecen algo más que comentarios ácidos y repetidos.
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