Investidura de Donald Trump
«American pshyco»
Los europeos resbalamos considerando a los estadounidenses exitosos exiliados de lo nuestro, cuando son «esa otra cosa» que casa poco con los empeños europeístas democráticos o autoritarios. Habiendo sido intervencionistas en su subcontinente su experiencia en la Gran Guerra y la posterior crisis del 29 les condujo al ensimismamiento del «Amé-rica primero» que hoy se repite. El significado de la expansión nazi solo la entendió la élite representada por Roosevelt, y el sentimiento aislacionista se resumió en la consigna «Hitler no nos ha hecho nada». La idea europea del Estado de Bienestar no la entienden y, aunque son numerosos los subsidios federales y estatales si careces de un inalcanzable seguro integral, has de hipotecar la casa para pagar la quimioterapia. Sobre la multirreligiosidad judeocristiana predomina la idea calvinista de que el éxito es bendecido y que algo habrás hecho mal si no te has hurtado a la pobreza. Con menos de un 5% de desempleo nada justifica el discurso del nuevo presidente por más que las clases medias ganen menos sin dejar de serlo, Detroit sea un ruinario industrial, Baltimore la capital mundial de la ananfetamina y el alcalde de Chicago avise que la prosperidad está detrás. Cuna intelectual de artificios mentales como lo políticamente correcto y la ideología de género (tan asumidas por las izquierdas europeas) han votado por la más grosera incorrección y el más abyecto desprecio por la condición femenina. Líderes mundiales conjugan el individualismo con el patrioterismo, y la indiscutible defensa de la libertad con una incultura media sonrojante que impedía en los años 40 las transfusiones interraciales. El matrimonio Obama no ha supuesto nada para el conflicto étnico; se abrirá una puerta cuando en la Casa Blanca habite una pareja mixta. El paleto que aterriza en Washington descubre una ciudad de negros controlada por una burbuja blanca de chismosos agiotistas. Hasta mujeres, negros, hispanos e hijos de inmigrantes han votado sin criterio contra una espesa aristocracia política camino del despotismo ilustrado, y a los gringos, al contrario que los europeos, nada les molesta más que el Estado se entrometa en sus asuntos. César Vidal nos debe un libro sobre la psicología del estadounidense medio que tanto difiere de la del Viejo Continente. Aquí suponemos que el poder modera : Secretaría de Estado a «ExxonMobile», Defensa al general «Perro rabioso» y Justicia a un afín del Klan.
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