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Ángela Vallvey

Amy..

Conocí a Irene Zoe Alameda (supuestamente, la famosa Amy Martin) hace años, en uno de esos programas de libros de la tele, y la vi alguna vez más hasta que le perdí la pista por completo; siempre me pareció una mujer correcta y, la verdad, ahora mismo carezco de los elementos de juicio necesarios para pronunciarme sobre su «escandaloso caso». Ignoraba por completo que hubiese desplegado esa frenética actividad artística subvencionada, de la cual hay constancia en YouTube. Su dinamismo en varias facetas del arte, sus disfraces y pelucas, me provocan una cierta admiración y algo de envidia, sobre todo cuando pienso que yo nunca he recibido nada del Estado, si exceptuamos una beca en 1º de BUP que a mi madre no le alcanzó ni para comprarme los zapatos del curso (según ella, yo me «comía» las suelas). Para mí, ha sido una sorpresa descubrir que ha dirigido un Cervantes o que viajaba a Nueva York a grabar cortos mientras que yo –si me hubiesen preguntado– habría apostado por que era profesora asociada en alguna universidad nueva. Lo que podía ser ayer un currículum espectacular, hoy es mostrado como algo bochornoso. En cuanto a la pareja de Irene Zoe Alameda, Carlos Mulas, un hombre de confianza del propio Zapatero, hasta que se produjo esta marimorena era un joven «brillante y prometedor» que aparecía retratado al lado de Clinton, Sarkozy, Blair... y cualquier notable que exista sobre la Tierra. Ahora, los mismos que antes admiraban boquiabiertos la ubicuidad del señor Mulas, lo critican y ridiculizan, poniéndolo a la altura de un fan ávido por salir en las fotos... Y yo me pongo filosófica y pienso que nada es seguro en esta vida. Que «no somos nadie», aunque alguno consiga ser un «Don» Nadie que vive en alta torre. (Una pena).