Gaspar Rosety

Ángel Nieto, 12+1

Fue un gran ejemplo para la juventud española, a la que descubrió un mundo nuevo. En un país televisado en blanco y negro, Ángel, mitad zamorano, mitad vallecano, de orígenes humildes y superviviente por naturaleza, puso color a las imágenes de los éxitos a toda una generación. Hoy, con un montón de premios, reconocimientos y galardones en sus vitrinas, a sus sesenta y tantos brillantes calendarios, sigue siendo el mismo hombre amable, sencillo y accesible.

El viernes recibió La Menina de la Venta del Toro, lugar destacado y emblemático del Rastrillo Nuevo Futuro, una obra benéfica que ha construido más de mil hogares y que cuida a un gran número de niños sin casa. Estos premios, de indudable valor, no tienen precio porque condecoran las actitudes que se recogen en el humanismo cristiano, la solidaridad y la generosidad que siempre le han caracterizado. Cuando SAR la Infanta Doña Pilar le entregó tan singular gesto, Nieto, nuestro campeón de campeones, el hombre al que nadie ha igualado, pronunció un suave «gracias, muchas gracias», que sería exactamente lo mismo que hubiera dicho si le hubiesen dado el merecido Príncipe de Asturias que nunca llegó.

La idea de Maribel de la Fuente, presidenta de La Venta del Toro, de vincular las obras humanitarias con el mundo del deporte no ha podido encontrar mejor embajador que el 12+1 veces campeón del mundo de nuestro motociclismo, el héroe que inventó en la vieja España aquello de correr en moto y el lado amable de la superstición. Aunque le falte el Príncipe de Asturias, tiene el mayor galardón, el del cariño de la calle.