Historia

Ángela Vallvey

Animal

La Razón
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La mejor noticia política del año ha sido la admisión a trámite, en el Parlamento, por unanimidad, de una Proposición de Ley para modificar el Código Civil, la Ley Hipotecaria y la Ley de Enjuiciamiento Civil para que los animales dejen de ser considerados legalmente «cosas, bienes muebles» –como hasta ahora– y empiecen a ser sujetos de Derecho, no simples objetos, lo que abrirá la puerta a proteger el bienestar animal. Hace 15 años publiqué una novela –permitan la inmodestia de la auto-cita, que nunca es elegante– en la que una pareja divorciada se peleaba por la custodia de su perro (aunque al principio daba la impresión de que se trataba de un hijo, porque lo hacían en los mismos términos y con la vehemencia que pondrían en discutir por un niño). Traté el asunto de forma humorística, porque hay temas delicados, profundos, sobre los que solo es posible iniciar un análisis desde la distancia higiénica, consoladora, que facilita la ironía. Recuerdo que muchos lectores me comentaron el episodio riéndose, un poco escandalizados, pero en el fondo también inquietos ante aquella posibilidad que aún parecía absurda. Desde entonces, he leído muchas noticias que hacían realidad aquel capítulo. España, un país solidario, amable, generoso en muchos aspectos, sin embargo es contradictorio, radical, en su trato a los animales. Como en tantas cosas, también en esto existen esencialmente dos Españas: los animalistas, casi todos los cuales son (somos) activistas, de una manera u otra, y la de los maltratadores de animales, esa gente que abandona una y otra vez a sus mascotas, que abre la puerta del coche y deja salir al cachorro que ya no le hace gracia en el borde de una carretera, asegurándose de estar lo bastante lejos de casa para que el animal no consiga volver; las personas increíblemente atrasadas, psicopáticas, que matan o descuidan a sus animales (otra forma cruel de maltrato), las que disfrutan con espectáculos consistentes en humillar, o matar de forma indigna, desalmada, a un ser indefenso... Esperemos que este cambio legal suponga un adelanto que sí nos homologue con los países más desarrollados del mundo, indicando que el legislador acepta que los animales poseen «una naturaleza distinta a las cosas o bienes», que son seres dotados de «sensibilidad», para que, así, nuestras leyes y Derecho se pongan a la altura de una comunidad que reclama avances, modernidad y mejoras civiles de auténtico calado.