Martín Prieto

Antiespañolismo

Los historiadores no nos explican cuando empezó el antiespañolismo; quizás con la depresión nacional de 1.898 que nos dio medida de nuestra modestia. El antiespañolismo de algunos catalanes y vascos, mal que los pese, es moderno y por eso llega al aborrecimiento adolescente como si el resto de España fuera una potencia invasora y de una etnia extraña que inspira el temor a una infección. Más viejo es el criterio de que quién habla mal de Francia es un alemán y el que denosta a Inglaterra es un francés, y quién injuria a España es un español. El españolismo, que solo se da ante el fútbol, es considerado de mal gusto, propio de deficiencia intelectual cuando no sinónimo de extrema derecha criminal. Fernando María Castiella fue un personaje singular. A cuatro manos con José María de Areilza escribió « Reivindicaciones de España» en la que reclamaban derechos hasta sobre el Oranesado. Fue el único catedrático de Universidad que se alistó como soldado raso en la División 250 de la Wermacht combatiendo en el frente de Leningrado. Como Ministro de Asuntos Exteriores de Franco llevó Gibraltar a sus límites cerrando la verja y limitando su espacio aéreo. Le falló su colega Laureano López Rodó que no supo o no pudo crear sus publicitados «polos de desarrollo» desde Cádiz a Algeciras. Pero los llanitos tuvieron que contratar marroquíes y La Roca fue un ancla económica para el Reino Unido. Si el cerrojazo de Castiella hubiera continuado hoy Picardo no habría sembrado minas de hormigón ni proyectaría una Costa Azul gibraltareña. Al ser el españolismo un hueso de Atapuerca Gibraltar sigue siendo un asunto eminentemente franquista cuando a Franco el Peñón le importó siempre un ardite para usos instrumentales de propaganda barata. Por su empeño el entorno franquista llamaba a Castiella «el Ministro del Asunto Exterior» .Hoy el españolismo pasa por acabar con el paro en la baja Andalucía occidental.