Partidos Políticos

Astucia y audacia

El PSOE de Felipe González llegó al gobierno con 202 diputados y dejó la presidencia al Sr. Aznar, que obtuvo la victoria sin mayoría absoluta, con 156 escaños. En el año 2004, el presidente Zapatero ganó con 164 parlamentarios y el Sr. Rajoy, siete años después, hizo lo propio respaldado por 186.

Seguramente ninguno de ellos se hubiese planteado optar a La Moncloa con 84 diputados. En realidad, no se trata tanto de tener o no la mitad más uno, sino de hacer gobernable una legislatura.

Cuando el Sr. Sánchez presentó la moción de censura lo hizo para forzar la salida del Sr. Rajoy pero, cuando la ganó, decidió que era mejor gobernar que someterse al escrutinio electoral inmediatamente, porque, de esta manera, acudiría a los siguientes comicios con el «plus de gobierno» que siempre aportan unos cientos de miles de votos adicionales.

Quizá lo que no calculó bien fueron las dificultades de mantener un Ejecutivo con tan exigua representación parlamentaria. En efecto, cada asunto que llega al Parlamento actúa como una prueba eliminatoria para él. De ahí que la sensación que transmite el Ejecutivo del Sr. Sánchez es la de alguien que sortea e improvisa cómo salvar los obstáculos que se le presentan a diario para seguir en asentado en el poder.

En este momento, si el gobierno no fuera capaz de sacar adelante los Presupuestos Generales, debería convocar elecciones. A priori, con el apoyo de Podemos y otros socios en el Congreso, parecía que la cuestión podría ser salvada, pero nadie contó con el Senado y con la Ley de Estabilidad Presupuestaria.

La Cámara Alta ha sido cuestionada porque algunos la consideran perfectamente prescindible y que no aporta nada al funcionamiento del sistema. Normalmente, el Senado es de segunda lectura: puede votar en contra de una ley pero luego ésta vuelve al Congreso, que levanta el veto y aquí no ha pasado nada.

Pero en 2012, el PP estableció una excepción, la de que la Cámara pueda vetar la modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria, cuestión necesaria para que Podemos apoye al PSOE en la aprobación de los Presupuestos.

Es decir, que el Senado, con mayoría absoluta de los populares, podría acabar con el Gobierno. La respuesta del Ejecutivo no se ha hecho esperar y, echando mano de la experiencia parlamentaria que tiene un partido centenario, ha incorporado una enmienda para la modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria en una ley que nada tiene que ver, la de Violencia de Género, pero que no puede ser bloqueada por los senadores.

La cuestión no tendría más enjundia que poner en evidencia un movimiento astuto y audaz en el juego institucional y dibujar PP un poco despistado. El problema ha venido después, con la actitud del grupo socialista impidiendo que se pronuncien los letrados del Parlamento en la Comisión de Justicia y explicitando públicamente que «no atenderá a dichos informes».

El PSOE no es Podemos y no puede desacreditar a las instituciones y su funcionamiento. La experiencia e inteligencia que han demostrado algunos intentando salvar el veto del Senado lo han tirado otros por la borda con su posición pública ante los informes jurídicos.

Ser astuto significa presentar la enmienda, pero no atacar a los letrados de la institución. Ser audaz consiste en escuchar e incorporar la opinión de los juristas en dichos informes y votar manteniendo la enmienda para salvar el obstáculo en el Senado.

Aunque parezca un pequeño matiz, no lo es. La diferencia radica entre los que saben moverse en el seno del respeto a las instituciones y el ordenamiento jurídico y los que ningunean a las instituciones por mantenerse en el poder, justo lo que no es el PSOE.