Miguel Ors
Ayuda, ministro Wert
L24 Atacar
Mourinho, en Lisboa, se confiesa con los periodistas de su país: «Tengo tranquila la conciencia». En Madrid, Casillas declara que acata las decisiones de su entrenador. Si la conciencia es la voz de Dios, ¿por qué, Dios, no nos bisbisea cómo tiene de verdad Mourinho la conciencia? Acatar: verbo polisémico. ¿Por qué hay que acatar lo que no es justo y hiere la dignidad? Hay un dicho, muy viejo, claro, que aconseja no ir contra la ley ni contra el rey. Agrego: ni contra el entrenador. Conclusión: ni Mourinho ni Casillas son sinceros. Y es que la insinceridad, a veces, es lo más diplomáticamente conveniente.
M25 Personajes
Bendiciones y maldiciones «urbi et orbi». Gracias Benedicto XVI por tu bendición. El «hecho o concepto» Dios conforta, ilusiona y nos hace mejores. Maldiciones: Artur Mas y Mourinho: paralelismo. Mas, cada vez que habla, fisura las cuadernas de la unidad de España y de la Carta Magna: ser nefasto nefasto. Con Mourinho, cada vez que abre la boca, gimen los valores del Real Madrid.
X26 Portugal
Portugal, Pepe, es maravilloso, y dudo, de verdad, que alguien pueda discrepar de esta verdad. Cataluña, Pepe, también es maravillosa, pero ¿qué culpa tenemos los españoles nacidos en Barcelona de que en Cataluña nazcan también españoles como Artur Mas? Lo que ocurre, Pepe, es que hay seres magnos con lupias. Mourinho es magnamente desdeñoso (casi siempre), Cristiano es magnamente altivo (a veces), y tú mismo, a veces, descontrolas la dureza de tu estilo. En España, los españoles de bien, no sólo no perseguimos a los futbolistas portugueses, sino que los admiramos. Los goles del magno Cristiano, por ejemplo, son tan magnamente maravillosos como el maravilloso Portugal. Tú mismo, Pepe, cuando no desbordas la sustancia del coraje por tu rapada olla eres maravilloso. Mourinho es otra cosa, sea o no portugués.
J27 Ministro
La gallina de los huevos de oro, plata y bronce de la marca España en el extranjero es el Deporte, con mayúscula. En el país más analfabeto del mapamundi recitan que la mejor selección de fútbol del orbe es la española; y que España, en los Juegos Olímpicos, gana medallas gracias, entre otras y otros, a los titanes Rafa Nadal, a Pau Gasol y a las preciosidades de la natación sincronizada, y que Fernando Alonso, en la F-1, es igualmente manjar de oro, plata y bronce.
–Oh, España –admiran en todos los continentes–, país de goles y oros.
Señor Wert, señor ministro del Deporte: creo en usted; usted tiene ancho y bravo el denuedo, también lo otro, como a diario demuestra. Usted tiene que ayudar al Deporte. Un deportista no es brote verde, que diría el ya ex ZP, gracias a Dios. El deportista, como los bebés, tarda años en desarrollarse y brotar con pétalos de oro, plata y bronce.
Del secretario de Estado que ha puesto usted en el CSD opinan los federativos «que es muy burócrata». Parece que les ha dicho: «Hagan ustedes EREs si no les llega el dinero». «¿Por qué no lo hace él en su casa del CSD, tan obesa de gente?», musitan los afectados.
La marca España necesita imperiosa, social y económicamente del Deporte, señor Wert. De lo contrario, se frisará el ridículo en los Juegos de Brasil, al tiempo, y el riesgo de que Madrid vea frustrada, de nuevo, su ilusión de ciudad olímpica en 2020.
Lo sé, lo he detectado, señor Wert: la familia olímpica española cree en usted. Hay que pelear. Hay que pensar. Hay que maginar. Hay que inventar.
–A la adversidad hay que tocarle los cojones, nada de arrugarse ante ella –que decía don Santiago Bernabéu, por cierto.
D30 13
Fenece el chungo 2012. El nuevo año, oh, acaba en 13. ¿Qué le pido? Que Mas, constitucionalmente, deje de tocarle las pelotas a la unidad de España (te brindo ese toro, Rajoy). Que el Madrid gane la Décima (a pesar de Mourinho) y que el Atlético se clasifique para la «Champions». Que Wert ayude a lo que TANTO prestigia a España en el extranjero, y que el «maná» del trabajo extinga la «peste» del paro.
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