Alfonso Ussía

Beatriz Álvarez Fanjul

La Razón
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Te van a machacar, Beatriz. Tienes el coraje, la valentía, los principios y los valores de aquel heroico Partido Popular del País Vasco en los años del disparo en la nuca y la sangre inocente. Eres, según he entendido, donostiarra. Hablas con una serenidad, una claridad y una limpieza sólo al alcance de los elegidos, de los líderes de verdad. Tu inteligencia, tu sensibilidad y tu firmeza viven, además, en una mujer joven de excepcional belleza. Lo importante no es cómo lo dices y a quién se lo dices, sino lo que dices. María San Gil era como tú. No se lo perdonaron. Ella sigue luchando y trabajando para España y sus raíces vascas en otras esferas. Y se mantiene en el Partido Popular. «Sigo siendo del Partido Popular. Los que no parecen serlo son los que mandan ahora». Tienes la voz quebrada y arrastrada, muy parecida a la de Inés Arrimadas, y ese detalle tampoco te lo van a perdonar. Y hablas como siempre han hablado las grandes mujeres de tu tierra. Sin esconder nada, sin nublar idea alguna y sin esconder la luz de las opiniones libres. Aunque algunos no quieran verlo ni reconocerlo, se adivinan galernas en el horizonte vascongado. Horizonte y tierra, esa costa verde que se dibuja, según José María de Areilza, desde El Abra a Cabo Híguer, en Fuenterrabía, la última roca de España. Te preguntaron en un acto público por Gregorio Ordóñez, el héroe asesinado en La Cepa de la Parte Vieja, ante los ojos horrorizados de María San Gil, precisamente. Y con una severidad natural y joven, improvisaste. Y aquella improvisación emocionó a todos los presentes, que te ovacionaron cuando no estaba programada la espontaneidad del aplauso rotundo. Te hallabas entre tus compañeros de las Juventudes del PP, y todos los allí congregados asumieron que al fin, tenían a una líder fuerte, segura y decente para enfrentarse a las futuras turbulencias que impulsará el nacionalismo vasco. «Hoy, políticos como Goyo no quedan. Ni en el País Vasco ni en el resto de España. Políticos sin miedo a nada, sin complejos, con esa determinación, con ese mensaje, políticos de esa altura, no quedan». Y se refiere a veinte años atrás, cuando Gregorio Ordóñez fue asesinado. «Yo era muy chiquitina, tendría unos seis años o una cosa así. Goyo era de los políticos de raza, políticos sentidos. Goyo no era políticamente correcto, levantaba muchas ampollas, era el típico político que te está metiendo el dedo en el ojo, que decía grandes verdades, y que conseguía que la gente se sintiera identificada con él. Antes de matarlo, iba a ser alcalde de San Sebastián. ¿Y cómo está San Sebastián ahora? ¿Cómo está el PP en San Sebastián? También hay que hacer un poco de autocrítica. Y no creo que todo se base en torno al discurso victimista de «que nos mataban, les votamos», porque era la única alternativa, porque éramos valientes, o porque éramos un muro de contención. Igual era porque teníamos un mensaje claro, unas ideas claras, y teníamos determinación y objetivos. Teníamos unos principios que muchas veces los hemos dejado de lado, y yo creo que lo que Goyo nos diría es: «vuelve a tus inicios, vuelve a tus principios, vuelve a ser lo que eres, convence, ilusiona e influye en la sociedad vasca».

Ninguno de los dirigentes de lo que queda del PP en el País Vasco va a ofrecerte su comprensión. El PP vasco es hoy una mezcla de Soraya, Arriola el arúspice y la socialdemocracia de la humillación. De la fuerza opositora de Jaime Mayor, María San Gil, Carlos Iturgáiz y el gran Gregorio Ordóñez, el PP ha saltado al morreo con el PNV y cordial distancia con el movimiento batasuno. Por eso tú, Beatriz, eres más que necesaria, imprescindible. Si no te haces fuerte entre tus compañeros jóvenes, los establecidos en el poder te van a pulverizar. Pero mi esperanza es que seas tú la pulverizadora y ellos, los pulverizados.

De cualquier manera, gracias, Beatriz. «Eskerrikasko».