Alfonso Ussía
Bienvenidos
Operación arriesgada, valiente, obligada y perfecta. Hemos rescatado a nuestros misioneros. El padre Miguel, contagiado del Ébola. Sor Juliana, sana. Una vez más, los militares han sido los protagonistas de la brillante y humanitaria acción. Lo que faltaba para que la gentuza proteste con más ahínco. Si en lugar de repatriar a un misionero español que ha dedicado toda su vida a los pobres y desheredados de África, se hubiera tratado de rescatar a dos «oenegeros» irresponsables capturados por milicias islámicas, nadie habría mostrado su repulsa. «Gobierno Cristofascista» le han dicho a quienes han decidido cumplir con su deber y montar una operación precisa y valiente para devolver a España a dos españoles ejemplares. No les ha gustado la operación ni a Cayo Lara ni al extraño partido de Rosa Díez. Para ellos, además del riesgo del contagio, el desembolso innecesario. Vivimos rodeados de gentuza. Si en lugar de un sacerdote católico que ha dedicado su vida a los que nada tienen se hubiese tratado de un destacado islamista español, una dirigente feminista o un militante de la izquierda abismal, todo serían cantos de sirena. El Gobierno de Rajoy ha actuado con responsabilidad, sentido del deber y humanidad. Y los que han levantado su voz y acribillado su pluma contra la repatriación, técnicamente impecable, del padre Pajares y de sor Ana tienen una nueva oportunidad para cerciorarse de su condición de simples energúmenos, forajidos, demagogos e indeseables.
Simultáneamente, tres presumibles ONG españolas denuncian a España por impedir el paso de los inmigrantes ilegales en Ceuta y Melilla. Esos sí, y no dos españoles, tienen todo el derecho de llegar a España sin que nadie les moleste. Simultáneamente, un juez investiga si expulsar a un inmigrante «en caliente» es delito. Simultáneamente, son favorecidos por el fervor comunista dos jóvenes españoles que se han sumado a las milicias rusas para combatir a la joven democracia ucraniana. Uno cierra el puño y el otro muestra una banderola republicana con la leyenda «No Pasarán». Leyenda gafe para ellos, porque vaya si pasaron. Pasaron, gobernaron cuarenta años y aún seguimos con esas tonterías. Simultáneamente los Pujol descansan. Pero en las redes sociales no todas las críticas contra la brillante y humana repatriación de nuestros misioneros provienen de la izquierda radical. Un reducido sector de la derecha furibunda se ha unido a los alaridos. Y el argumento, de unos y de otros, desolador. ¿Para qué arriesgar la salud de los españoles y gastar unos pocos millones de euros en salvar la vida de un anciano condenado a morir? Y ahora, otra pregunta, esta vez mía: ¿Y si no? Y aunque así fuera: ¿Por qué no?
Este tipo de sucesos son los que nos proporcionan una información al día del nivel de putrefacción que padece una buena parte de nuestra sociedad. Un energúmeno de las redes sociales proponía que el dinero destinado a rescatar a nuestros misioneros se destinara a impedir desahucios. Hasta ahí llega la clamorosa imbecilidad de algunos. Una trepidante mujer de la ultraderecha reclamaba que la operación fuera sufragada por Pujol, Bárcenas y Urdangarín. Tan idiota como el anterior. Un tercero, militante de la «Ultraizquierda Roja» –¿algún otro color posible?–, acusaba de derrochador al Gobierno por gastarse el dinero de los españoles en el salvamento de «un puto cura infectado y moribundo». Después les parece bien que el dinero de los españoles se lo lleven los Bardem o los de su saga produciendo y protagonizando películas que no reúnen ni mil euros de taquilla.
Si el Gobierno ha adoptado una decisión valiente, segura, arriesgada y gloriosa en esta Legislatura, ha sido la que nos ocupa y celebramos. Ha contado, para ello, con la siempre entusiasta y disciplinada colaboración de nuestros militares, que también son vocacionales, héroes y misioneros. El deber ante todo. El padre Pajares puede sentirse orgulloso de pertenecer a una nación en la que todavía abundan los buenos españoles. Querida Irene Lozano. ¿Por qué no organizáis en UPyD un Congreso extraordinario y os liberáis de esa destartalada cacatúa?
Nota máxima, por esta vez, al Gobierno. Nota máxima, una vez más, a las Fuerzas Armadas, protagonistas de la operación de repatriación de dos españoles ejemplares. Nota máxima a todos los españoles que antepusieron en sus sentimientos la humanidad al riesgo. Los adversarios de la bondad, los rabiosos anticatólicos, los deshabitados de ellos mismos, bastante tienen con sobrellevarse. Gentuza.
Bienvenido a España, padre Pajares. Bienvenida a España, Sor Ana. Y que Dios, una vez más, no se separe de ustedes.
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