Alfonso Merlos
Cadena de astracanadas
El puro sainete, un homenaje a la situación disparatada, la aberración, el delirio, la astracanada. No es que los pupilos de Artur Más estén empezando la casa por la ventana. Es que están destruyendo su hogar, reduciéndolo a infravivienda sin saber lo que vendrá después. Porque lo de ahora es, sin ningún género de dudas, el circo. La teatralización de algo paletillo y catetillo.
Es de auténtica traca que la remozada ley para proyectar los intereses patrióticos de Cataluña apele a la necesidad de alcanzar la independencia y la libertad. ¿Qué bota de que imperio aplasta a los ciudadanos de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona? ¿Qué clase de tropas o fuerzas de ocupación vulneran los derechos de quienes hacen grande esa gran parte de España?
No nos engañemos. Cuando una banda de políticos equivocados lleva a su región a la quiebra, cuando esa banda debe acometer medidas que implican privaciones básicas de servicios fundamentales que soportan el Estado del Bienestar, ¿qué puede hacer? Está claro. Si son malos gobernantes, sencillamente comenzar a dirigirse al corazón y la piel de los gobernados, y no a su cerebro. Y en ésas se está batiendo esta harka de separatistas que, por decirlo todo, no da pie con bola. Porque finalmente la pela es la pela. Y si para montar el numerazo supercatalanista de la Diada hay que equiparse previamente de camisetas fabricadas en Bangladesh, se hace y punto pelota.
Dado este pintoresco escenario, o cerramos el grifo a los nacionalistas y veremos entonces de dónde sacan el tiempo y el dinero para hacer kilométricas y estrafalarias cadenas. O, con todo el respeto que procede para Miliki, Gaby y Fofó, colegimos simplemente que estamos ante una insuperable payasada.
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