Julián Redondo
Calvario de Ramos
Después de ver la jugada seis veces repetida, persisten las dudas sobre el penalti de Sergio Ramos en el primer minuto. Le ha mirado un tuerto. Desde que negocia la renovación de contrato, compromiso
que expira el 30 de junio de 2017, le miden más por sus fallos que por sus aciertos o sus goles. Está señalado. Cuando pasen diez o veinte años, los que hablen de la «Décima» reverdecerán el minuto 93 y su milagroso cabezazo, pero eso es memoria histórica. Hoy, por orden de
quien sea, lo que se valora en esta turbia negociación es que en la eliminatoria de Copa con el
Atlético se equivocó en dos pases letales para el equipo. Cristiano Ronaldo erró por lo menos media docena, pero en su caso lo que cuentan son los goles. En Córdoba dio un trompazo a Crespo y repitió la agresión con Edimar y otra vez con Crespo. Vio la roja y se retiró al vestuario sacando brillo a la escarapela del Mundialito. Sobraron las bofetadas y el gesto.
Volviendo al calvario de Sergio, filtraciones de ambas partes emponzoñan una renovación que urge un aclarado. Más grave es la desconexión del Madrid. Después de encadenar 22 triunfos y de ganar el Mundialito presenta una preocupante caída de tensión impropia de un plantel de su categoría. La ausencia de Modric se notó más cuando llegaron las derrotas, y la de Isco en el Estadio Nuevo Arcángel, el doble. Con un fútbol plano, sin intensidad, la suerte del Real Madrid fue que cuando el Córdoba, inmerecido perdedor, llegaba a las inmediaciones del área, se quedaba a oscuras. Con un tridente como la «BBC» el único remate del primer tiempo fue el gol de Benzema. Inaudito. Pero ganó con diez futbolistas jugando tan mal como con once. Sobrevivió al horror.
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