Alfonso Ussía
Carta al Duque de Huéscar
Muy querido Carlos: Eres el heredero de la Casa de Alba. En un futuro, que espero no precipite su llegada, serás el duque de Alba y de Berwick. Somos amigos desde la más tierna infancia, continuadores de la estrecha amistad que unió a tu padre, Luis Martínez de Irujo, con el mío. Hemos navegado juntos por el Cantábrico en el «Norte V», compartido horas y horas de charlas y experiencias, y en una ocasión me ganaste al tenis con la ayuda del árbitro, que era vuestro encargado en «Arbaitz Enea». Eres, como tus padres y tus hermanos, un español rotundo, anclado sentimentalmente en la Castilla Alta, la Vieja –Alba de Tormes y Salamanca–, en Madrid, en Sevilla y en Guipúzcoa, ésta última enraizada en el tronco de los Sotomayor. En un momento dado, llevaste tu primer apellido, Martínez de Irujo, a un segundo lugar, concediendo la prioridad al primero, Fitz-James Stuart, aunque se quedó en Stuart. Te acompañó en el cambio tu hermano Jacobo, mientras Alfonso, Fernando, Cayetano y Eugenia mantuvieron el de vuestro padre. Respeto y siento mucho cariño por tu madre, y siempre guardaré un recuerdo inolvidable de Luis, tu padre, fallecido en plena juventud por una leucemia, y que fue de esos hombres raros, importantísimos, que consideran la palabra de los niños tan digna de ser oída como la de los mayores.
Ahora eres Carlos Stuart. Nada menos que Carlos Estuardo, la única persona viviente, que en el caso de que triunfe el independentismo en Escocia, puede ocupar el trono escocés. La que se te viene encima, Carlos. Tu antepasado, hijo bastardo de Jacobo II de Inglaterra, Jacobo Fitz-James Stuart, primer Duque de Berwick, tomó Barcelona en nombre de Felipe V y derrotó a los partidarios del Archiduque Carlos, que lo preferían para el trono de España. Porque Rafael Casanova, como está documentalmente demostrado, fue un patriota español que defendió para su Patria la opción más liberal e ilustrada de los Austria al absolutismo borbónico. De padre del nacionalismo, nada de nada. Español como una jota aragonesa.
Suceden cosas extrañas en este mundo de locos, Carlos, y me preocupa que los escoceses independentistas reparen en tu persona en el caso de que las urnas les sean favorables. Cuenta con las visitas de tus viejos amigos, pero también valora el cabreo que pueden acumular los catalanes independentistas – en nada se asemejan los casos de Escocia y Cataluña–, con la jugada. Ellos, los que desean separarse de España, se ven reflejados desde su incultura histórica en los soberanistas escoceses. Supongamos que triunfan, aunque los expertos en estas cosas vaticinan una reacción a última hora del miedo para quedarse como están, ciudadanos del Reino Unido. Pero si así no fuera, y los escoceses deciden que el sistema más apropiado para garantizar el futuro de Escocia es la Monarquía Parlamentaria, lo tienes crudo, querido Carlos. Eres el Estuardo que necesitan, aunque provengas de la rama oscura. Los miembros de la rama clara están enterrados y sin cabeza.
¿Cómo soportarían los catalanes independentistas que el Rey de Escocia fuera el descendiente del general de Felipe V, Duque de Berwick, héroe en Madrid y en Almansa y ocupante en cabeza de la ciudad de Barcelona? Posteriormente, por si los independentistas catalanes lo ignoran, Rafael Casanova fue tratado con humanidad y respeto, le fueron devueltos sus bienes, y trabajó como abogado hasta su muerte en la España borbónica, falleciendo en la opulencia, si bien hay que distinguir entre la opulencia de Casanova y la de los Pujol.
Estás a tiempo, querido Carlos. Recupera el Martínez. La que te puede caer es muy gorda, y además, de manera inesperada. Carlos de Inglaterra lleva cincuenta años esperando a ser Rey, y tú, que no quieres serlo, puedes arrebatarle la Corona de Escocia. El mundo está loco, Carlos. Cuídate y recibe un enorme abrazo de tu viejo amigo.
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