Julián Redondo
Casablanca
Antes de que a Ingrid Bergman y a Humphrey Bogart les quedara París, el capitán Louis Renault (Claude Rains) y Rick Blaine (H. B.) se esforzaban por mantener relaciones diplomáticas sin rascar demasiado en la superficie. Convivían, conversaban y hacían pedorretas a los alemanes.
Renault: ¿Por qué demonios vino a Casablanca?
Blaine: Por mi salud. Vine a tomar las aguas.
Renault: ¿Qué aguas, las del desierto?
Blaine: Al parecer me informaron mal.
Como a Messi, Neymar y a Mascherano sus respectivos asesores fiscales, que optaron por una hucha que no es legal. Arreglar sus diferencias con la Agencia Tributaria a Messi le ha costado un juicio, en marcha, y un dineral. Ha devuelto más de 40 millones –como Valentino Rossi en Italia, 43 de los 112 que le reclamaban– y ahora tiene que pagar otros cuatro y pico. Y sentarse en el banquillo –de los acusados–. A Neymar el fichaje por el Barça desde el Santos le da más dolores de cabeza que la selección alemana, y también se encuentra en trance judicial. Mascherano, para no acabar en el juzgado como aquéllos, ha decidido pagar el millón y medio que le reclaman y zanjar la cuestión. Como a Bergman y a Bogart, podría quedarles París, ahora que Manuel Valls abre la puerta de la liga francesa al Barça, pero al otro lado de los Pirineos los impuestos son tan elevados que Gerard Depardieu se mudó a Rusia.
Entre las mordidas de CDC y los líos tributarios del FCB, hay quien cree que Cataluña es la región sin ley, porque sus gobernantes no la cumplen, y cualquiera se atreve a infringirla. Aún queda Montoro.
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