Ramón Tamames

China tiene que hacer más

La Razón
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Una expresión altamente significativa sobre la situación de China en términos de cambio climático fue el documental «Bajo la cúpula», que se colgó en las páginas más populares de intercambio de vídeos, con 156 millones de visitantes en 72 horas. Ese audiovisual, de la periodista Chai Jing, causó verdadera sensación en el país más poblado del planeta por la patética situación en que viven muchos de sus urbanitas. Y si bien en principio el vídeo al que nos referimos fue elogiado por el propio ministro de Medio Ambiente, Chen Jining, a poco de ello, el documento en cuestión se retiró: demasiado para los más de 700 millones de internautas de la República Popular, que sufren los gases de efecto invernadero (GEI), así como los suelos envenenados por desechos industriales tóxicos, con ríos y lagos contaminados ya sin vida, etcétera.

El mencionado Chen Jining, designado el 28 de febrero de 2015, rector de la prestigiosa Universidad Tsinghua, aceptó el cargo a pesar de ser casi una «misión imposible». Pero ya ha dado los primeros pasos para cambiar radicalmente el modelo de crecimiento, con una transición energética en la que ya se decidirá el cierre de las minas de carbón más contaminantes, la intensificación transitoria del uso del gas natural y, sobre todo, un fortísimo desarrollo de las energías eólica, solar y nuclear.

La COP-21 ha empezado coincidiendo con los índices máximos de contaminación atmosférica en Pekín, Shanghái, y toda una superficie china como la de España (504.700 km2). Con el trasfondo, la primera potencia mundial, –ya por su PIB–, tendrá que fijar objetivos mucho mejores que los ya comprometidos. Por la sencilla razón de que el Partido Comunista Chino (PCCh), que es el regulador del cambio económico y social, tiene que afrontar las críticas, cada vez más numerosas, por su política ambiental, hasta ahora tan menguada. De modo que si no cambiara rápidamente, el propio PCCh se vería amenazado. Finalmente, los dos países más contaminadores, China (28 por 100) y EE UU (18), habrán de iniciar una carrera, en los términos de la competencia que marcan las tendencias hegemónicas, para ver quién lo hace mejor en lo de salvar el planeta. Lo que puede ser un acicate fundamental para el éxito de la COP-21.