Cristina López Schlichting

Como Pilatos

De la manita de Sortu, así salió ayer de manifestación el Partido Nacionalista Vasco. María Tomasa Alejandro Gordaliza, tesorera de Sortu, detenida en varias ocasiones por su relación con ETA, hizo la instancia oficial de una convocatoria que autorizó finalmente el juez Moreno, cuando ya las calles estaban llenas. La marcha tomaba el descarado relevo de la prohibida por el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional. El magistrado había tenido la caridad del sentido común. Porque nos estamos quedando solos los que recordamos los crímenes de ETA y las promesas hechas entonces a las viudas y los hijos: «Han muerto por nosotros, no os olvidaremos». Si partidarios de ETA como Herrira convocaban una manifestación en defensa de los presos de ETA ¿cómo podía decirse a la vez que no era de ETA la cita? El juez Moreno, en cambio, en la segunda intentona, amparada por los nacionalistas de derechas, los poderosos señores del dinero, ya no tuvo bemoles. En Estados Unidos o Alemania se hubiese dado carpetazo a una cita que duplicaba burdamente la anterior y que por lo tanto constituía una burla en toda regla. Pero aquí somos bizantinos e hipócritas: «Como no ha sido Herrira la convocante...». Como Pilatos. Y el PNV se subió al carro en cuanto vio que los de la izquierda abertzale podían quedar de mártires. «Patxi, ojo, aquí nosotros más mártires que nadie. Si hay que salir en nombre de la libertad del País Vasco, nosotros, los primeros». Cobardes. ¡Revestir de heroicidad una convocatoria con los malhechores! ¡Salir de la mano con los de las pistolas... así se puede sacar pecho! Engañar a la gente con lemas embusteros: «Derechos humanos, acuerdo y paz». ¿Qué paz? ¿La de los muertos? ¿Qué derechos humanos? ¿Los de las torturas a Miguel Ángel Blanco? Qué asco. El paso del PNV es paralelo al de Convergencia y Unió cuando se quitó la careta y se arrimó a la izquierda independentista catalana. Ya utilizan todos el mismo lenguaje, por eso en Durango los etarras hablaron y escribieron del «derecho a decidir». Allá las independencias y fronteras, pero siento lástima de los que quieren vivir gobernados por semejante calaña. ¿Qué piedad puede haber en un País Vasco construido sobre el dolor de otros? ¿Qué humanidad en una sociedad que chapotea sobre el crimen? Los hijos aprenden lo que los padres son, no lo que dicen. Y estos padres hablan de paz, pero han alentado la matanza. Antes el destierro en el desierto del Gobi, rodeada de arena, que vivir en la sociedad que nazca de semejante cuna.