Política

Comprometidos

Sin mayorías absolutas y con una fragmentación del voto desconocida hasta el momento, en las dos principales instituciones madrileñas es imposible predecir quién gobernará, tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento.

Si la mayoría de los sondeos fuese cierta, el bloque de derecha política, conformado por Partido Popular, Ciudadanos y Vox, tendría mayoría suficiente. Pero eso depende de muchas contingencias, como los resultados que tenga realmente la extrema derecha o los que obtenga Ciudadanos respecto al PP.

Es verdad que después de los resultados andaluces y la manifestación de fuerza que protagonizó Vox en Toledo hace unos días, no parece un disparate validarlos, pero los meses en España parecen años y todavía queda para mayo.

También está por ver las consecuencias del movimiento de Carmena y Errejón. Pablo Iglesias se lo juega todo, si la nueva coalición obtiene más escaños que él, es probable que se precipite la disolución de Podemos en movimientos, mareas y confluencias: es decir a la nada a medio plazo.

Sin embargo, si aguanta el embate y sale airoso, la organización morada recibirá una bocanada de oxígeno. Lo que es evidente es que el fraccionamiento por la izquierda no parece tener como beneficiario a un PSOE que se ha caído en la pista de patinaje sobre hielo y no es capaz de levantarse.

Algunos se han apresurado a defender que la candidatura de Íñigo Errejón es buena para la izquierda porque abre otras posibilidades, como un acuerdo en el que participe Ciudadanos. El distanciamiento del ex dirigente podemista con Iglesias le permite codearse con los naranjas sin vetos previos.

Es una posibilidad más voluntarista que realista porque no tiene en cuenta que la política de pactos va a depender de otra cosa.

La mayor rivalidad en estas elecciones en las grandes ciudades españolas no va a estar entre partidos de izquierda, como ocurrió en las últimas elecciones, sino entre PP y Cs, que se jugarán el liderazgo en la sociedad más urbanita y ningún sitio mejor para medirse que la capital.

Albert Rivera tiene dos problemas que afrontar. El primero es su incapacidad hasta el momento para vencer al Partido Popular, lo que le ha convertido en el sempiterno, a punto de ser el que «no pudo vencer al PP».

El segundo de sus problemas es el escoramiento excesivo hacia la derecha con los radicales de Vox, los naranjas saben que eso les terminará pasando factura y buscarán zafarse del estigma.

Si, nuevamente, el PP consigue liderar la derecha social, la respuesta de Rivera, si los números lo permiten, será dar el gobierno en la capital a los populares y a los socialistas en la Comunidad.

Si Ciudadanos consigue ganar al PP en una de las dos instituciones, probablemente se apoyarán mutuamente en uno y otro lugar. En el caso del escenario más improbable de que Cs consiguiese vencer al PP tanto en la autonomía como en la capital, el PP y más concretamente Pablo Casado, saldría muy dañado de las elecciones y Ciudadanos tendría ambos gobiernos.

La derecha se va a disputar lo que la izquierda está dejando escapar. Errejón no ha medido bien sus posibilidades electorales, el éxito de Carmena vino en el momento de mayor desprestigio de la política, pero Errejón es un político más.

Pedro Sánchez parece que se ha estrellado y Pepu Hernández ha sido disparado en la propia casilla de salida. Los independientes vienen bien cuando están implicados, pero cuando se compromenten, los fríen. No es lo mismo lo uno que lo otro: en un huevo frito, la gallina que lo puso estaba implicada, en un pollo asado, el animal está comprometido.