Iñaki Zaragüeta

Conclusión congruente

Las dos conclusiones son congruentes. Por un lado, la dosis de pesimismo en la ciudadanía expresada en la encuesta del CIS y, por otro, la voluntad de Mariano Rajoy de persistir en la política de ajustes, austeridad o como queramos denominarla.

Sorprendería que, después de la subida de impuestos, tasas, precios, recortes salariales, despidos y demás condicionantes al poder adquisitivo, a los bolsillos, de todos nosotros, la imagen del presidente del Gobierno no se resintiera. Más aún si tenemos en cuenta que ninguna de estas medidas estaba prevista en el programa electoral del PP. Al contrario.

En descargo del inquilino de la Moncloa hemos de convenir en que la comprobación de las finanzas españolas supuso un tremendo revés para sus expectativas. Las cosas estaban bastante peor de lo esperado.

Otra cosa más importante. Un buen gobernante no puede eludir la realidad por más cruda que sea. De ahí que Rajoy, al margen de sus buenos propósitos, se haya visto obligado a adoptar resoluciones inevitables, incluso en contra de sus propias convicciones. Sería incoherente, por no decir disparatado, cambiar la actuación cuando existe la convicción de hacer lo correcto. Como dice mi amigo Rogelio, no le queda otra.

No se trata de «sostenella y no enmendalla» sino agarrar con mano firme el timón de la embarcación a la deriva y colocarla en el rumbo adecuado hasta que la tempestad amaine. Sin duda, en la calma todo será más fácil. Y esa es la esperanza de Rajoy y su equipo.

Ni él ni los españoles hemos de asustarnos por los resultados de la consulta del CIS revelando la aflicción colectiva, ni por la porfía del presidente. No es empecinamiento, es obligación. Eso sí, espero que sea muy a su pesar. Así es la vida.