Restringido

Conocimiento y opinión de los otros

El conocimiento geohistórico y cultural por los españoles de comienzos del siglo XVI, en virtud de dos contingentes poblacionales que vivían en la ignorancia mutua, repentinamente, en un tiempo corto, toman noticia de su mutua existencia. El encuentro supone una verdadera revolución para los mexicanos, sometidos al poder de su paladín Motecuhzoma II Yocoyotzin, noveno «emperador» azteca, que había sido entronizado en México en 1503 de la era de Jesucristo, «año cero» de la historia, válido para la historia una y universal. El 18 de febrero de 1519 Hernán Cortés rompe con el gobernador Velázquez y abandona Cuba con once navíos y quinientos hombres. En la isla Cozumel recupera a un náufrago de la expedición de Hernández de Córdoba, llamado Jerónimo de Aguilar, que se ha indianizado y decide marchar con la hueste de Cortés, convirtiéndose en un valioso intérprete como «lengua». Pocos días después, en Tabasco, los caciques mayas regalan veinte mujeres, entre las cuales, Malitzin, tras su bautismo Doña Marina, por ser hija de cacique, refuerza la interpretación de la lengua náhuatl y maya. El 21 de abril Cortés y sus hombres desembarcan en la costa de San Juan de Ulúa, donde funda la ciudad de Veracruz y hace elegir a sus hombres el primer Cabildo español del continente americano. En agosto, la expedición inicia su ascenso hacia las tierras altas del México central -Culúa-, donde se levanta el gran prodigio de arquitectura en el peñón del lago de Texcoco, con sus tres vías de acceso, asentamiento de la capital política y religiosa de los «mexica», Tenochtitlán.

Cortés hizo su entrada a la ciudad sagrada con los templos de Huitzilopochtli y el asiento del gran mercado de Tlatelolco, el lago poblado de piraguas llenas de indígenas y con las huertas de barro flotantes donde se cultivaban «frijoles», su comida principal. Este acontecimiento, de excepcional importancia, desde entonces y hasta hoy ha despertado el interés del mundo entero occidental, que lo ha conocido, a través ante todo de los relatos de los misioneros franciscanos, por los españoles enamorados del altiplano «tenochca», los historiadores generales españoles como López de Gómara, viajeros de diversos países, las admirables «Cartas de Relación» de Hernán Cortés, la tardía crónica de Bernal Díaz del Castillo, e innumerables obras historiográficas de segunda generación de autores como Juan Suárez de Peralta, Alonso de Zurita o Baltasar Dorantes de Carranza; historiadores franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas, aunque de tiempos posteriores que recogen en archivos o recuerdos bien mantenidos en las sociedades o conservados en archivos los momentos del encuentro entre los hombres pertenecientes a dos civilizaciones que desconocían mutuamente su existencia histórica.

El mutuo descubrimiento entre españoles y americanos fue, pues, un acontecimiento excepcional y dio oportunidad para análisis de un interés grande e inexpresable en la historia afectiva para comprender la cultura del otro, respectivamente, en la cultura de Occidente. Porque hay una serie de textos indígenas, algunos de ellos traducidos a lenguas europeas en el siglo XIX, cuando sabios antropólogos llegaron a apreciar la importancia. El antropólogo e historiador mexicano Miguel León Portilla publicó en México (1959) una pequeña antología que tituló «La visión de los vencidos», donde propone una referencia original de la conquista mediante yuxtaposición de textos escritos en náhuatl que si bien forman composición antológica por el historiador ofrecen un contraste pedagógico de interés.

Existe una colección importante de códices en náhuatl, alguno de ellos con texto en lengua indígena y con traducciones al español como el Códice de Florencia, una enciclopedia del mundo antiguo hecha bajo la dirección del franciscano Sahagún. El relato de la conquista en el Libro XII; de mayor interés es el Códice Boturini, donde se conserva la versión más notable y antigua del comienzo de la emigración de los aztecas de Actlán, originario que les da nombre; el Códice Aubin, de 1576; sus pinturas se explican en un texto náhuatl con caracteres latinos. El Códice Ramírez, un conjunto de textos que se refiere a la historia y costumbres de los indios, fue reunido por el jesuita Tovar, es completamente español; en otro caso la «Historia de Tlaxcala», escrita en español por el mestizo Diego Muñoz Camargo, hijo de un conquistador y una india que tuvo acceso a fuentes indianas, pero que se sitúa en la parte española, teniendo pues en cuenta que los tlaxcaltecas fueron aliados de Cortés en la guerra de conquista de Tenochtitlán.