Irene Villa

Cruz Roja

De nuevo una semana cargada de noticias acerca de fraude, malversación de fondos públicos, tráfico de influencias, corrupción... nos recuerda que ni queremos ni debemos acostumbrarnos a esto sea lo que se espera de quienes tienen poder para hacerlo. Lo que sus autores no saben, es que uno es feliz, solo si respeta los principios fundamentales. La conciencia ética y moral, de la que carecen tantos mayores, debe ser asignatura obligada en nuestra educación para evitar que estas noticias se sigan repitiendo. Sin embargo hemos de reconocer que es precisamente en estos tiempos difíciles, cuando la generosidad se está haciendo un hueco cada vez mayor. De ahí el éxito de las fundaciones y ONG que ayudan a tantas personas desfavorecidas. Casualmente hoy es el Día Internacional de la Cruz Roja. En 1864 dieciséis países europeos aprobaron un marco jurídico con los fines fundamentales de la Cruz Roja. Establecieron que los heridos, los vehículos y el material sanitario tenían que ser considerados como neutrales y, por tanto, protegidos en los conflictos bélicos. Se instituyeron siete principios esenciales: Humanidad, Imparcialidad, Neutralidad, Independencia, Carácter voluntario, Unidad y Universalidad, y se adoptó el signo de una cruz roja sobre fondo blanco como emblema que confiriese neutralidad al personal y equipos médicos en el campo de batalla. El emblema, que es la bandera suiza invertida –en homenaje a su fundador que nació en Ginebra un 8 de mayo–, dio nombre a todo el movimiento. Pero sigue habiendo gente que no sabe que vivir ayudando y siendo generoso, es la única forma de recibir lo mismo.