Iñaki Zaragüeta
Demasiada estructura
El paso en la buena dirección está dado. Además, valiente. Tras las reformas laboral, financiera y demás, quedaba pendiente, como imprescindible, la de la Administración. Se ha guardado para el final porque, evidentemente, presenta demasiadas complicaciones. Por la cantidad y por la calidad. Afecta a las personas, a las instituciones e incluso, a la configuración del Estado, si el objetivo se centra en la eficacia y la modernidad.
La proliferación de organismos, empresas públicas, instituciones y otras muchas organizaciones derivadas de la transferencia de competencias a las comunidades ha provocado un encarecimiento excesivo del gasto público, complicado de mantener en tiempos de bonanza e imposible en los actuales.
Por muy acertada que sea la decisión de Rajoy, que lo es, va a encontrar obstáculos en los gobiernos regionales. La reforma se desarrollará con cierta facilidad en todo aquello que concierna al Estado, topará con demasiadas trabas cuando dependa de la Autonomía, más aún si se trata de mecanismos recaudatorios, y se hará inviable cuando afecte a entidades incluidas en los Estatutos que requieran mayorías cualificadas dependientes de los partidos de la oposición.
Conviene, por tanto, que la propuesta del presidente del Gobierno vaya acompañada de la colaboración y visión de futuro de los partidos, especialmente del PSOE, con la mirada puesta a medio plazo y en la consolidación de un Estado moderno y eficaz, en el aprovechamiento adecuado de los recursos, no en las consecuencias negativas inmediatas como puede ser el aumento del desempleo. Lo tengo claro. El adelgazamiento de la Administración es más prioritario que la rebaja de las pensiones o que las subidas de impuestos. Así es la vida.
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