Cristina López Schlichting
Demasiados puñetazos
Son demasiados puñetazos en las caras de las víctimas. Si uno pierde un hijo, marido, padres en un atentado terrorista, la única razón para no dar rienda suelta a la venganza es la confianza en los demás, en el sistema de Derecho que va a perseguir a los culpables hasta el fin del mundo. Las sociedades sólidas respetan este principio, no hay más que ver lo que ocurre en Estados Unidos. Décadas de terrorismo sangriento se han saldado de forma ejemplar por parte de los parientes de los asesinados por ETA, pero la respuesta de España a sus víctimas no está teniendo la misma altura moral. Las familias rotas han tenido que asistir sucesivamente a una negociación política con la banda; el chivatazo policial por razones políticas (Faisán); la consideración política de un enfermo (Bolinaga) como un agonizante falso; y un juicio político del Tribunal Constitucional que ha permitido la incorporación de los proetarras de Bildu a las instituciones democráticas, sin condena previa de la violencia. En realidad, la derogación de la «Doctrina Parot» no es más que la gota que colma el vaso. Porque hacer, lo que se dice hacer para que los presos cumpliesen en la cárcel, nunca hemos hecho mucho. Lo de penas íntegras viene diciéndose desde la transición y ni caso, ningún partido. Lo de redención de penas no lo quitaron los socialistas hasta 1995 y lo de 40 años de máxima lo puso Aznar en 2003. Y ahora, sólo ahora, se aprueba la pena perpetua revisable. O sea, con «Parot» y todo, estos asesinos saldrían a la calle con 30 años cumplidos. Lo que pasa es que las víctimas están hartas de sufrir. Y algunos más estamos hartos de que sufran. Tiene una la impresión de que éste es un país indigno. De mucha manifestación y alharaca, pero poco serio. Aquí se ha pactado hacer la vista gorda bajo la consigna de que el fin de ETA coincide con parar los asesinatos. Y no es verdad. ETA mataba porque quería la independencia y la expulsión de quienes no comulgasen con sus ideas. Muchos se han tenido que ir y se siguen yendo y los que permanecen en el País Vasco con ideas constitucionalistas me confirman todos sin excepción que el ambiente es irrespirable. Desde los profesores universitarios sin las «ideas obligatorias» hasta los empresarios que hablan de cotos administrativos cerrados y llenos de enchufados. La propaganda se extiende a todo meter en las aulas. ¿Cuánto tiempo tardarán los proetarras en plantear la escisión a la catalana? Que yo sepa, las víctimas de ETA murieron por negarse a ese chantaje.
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