Paloma Pedrero

Desahucios

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Parece mentira que se haya tardado tanto en afrontar este asunto. Ni partidos ni sindicatos han abierto la boca durante años. Parece mentira que en un mundo donde se dice que la justicia es la base de la democracia, unos señores banqueros puedan, en concordia con la Ley, expulsar de su casa a familias enteras. Que puedan, también, dejarlos endeudados de por vida. Que puedan además malvender, o dejar tirada, esa vivienda que un día personas compraron con toda su ilusión, que fue su cobijo. Y con todo el derecho, señores, porque es un derecho tener un lugar donde habitar. Se han necesitado unos cuantos suicidios para que el poder político se haya puesto a pensar en una realidad tan sangrante. Por ahora no se desahuciará a los muy pobres, o sin subsidio alguno. Tampoco a familias amplias, o a aquellos que tengan criaturas de menos de tres años, o discapacitados, o dependientes...Y de todas esas casas que pertenecen al cementerio de viviendas de los bancos, se harán viviendas sociales para aquellos que un día no pudieron pagar su hipoteca. No pudieron porque el país se quedó en paro y ellos se convirtieron en parados, y porque la burbuja inmobiliaria se pinchó como un globo de feria. No se ha tocado el tema de la ley hipotecaria, y hay que hacerlo. Hay que meter mano en ese nido voraz. Los políticos tienen que dar la cara ante el poder económico. Y puestos a razonar, ¿no sería más lógico, antes de desahuciar a una familia y que su casa pase al cementerio de los bancos, alquilarles, por un mínimo, su propia vivienda? Hay que cambiar las leyes ya, resolver con urgencia, evitar tantísimo sufrimiento inmerecido.