Martín Prieto

El bajo vientre europeo

Winston Churchill veía el Mediterráneo como el bajo y blando vientre europeo. Su imagen era militar y ni pudo prever el escenario migratorio en el que hoy tenemos que jugar. Pero la UE está ahora desguarnecida ante las avalanchas humanas magrebíes que escapan de sus infiernos interiores o los subsaharianos que huyen de sus Estados fracasados. La política exterior de la UE es deletérea como revela esa decisión de que cada miembro del Club provea o no de armas a los kurdos, segun le pete a cada cual. No existen protocolos migratorios comunes y sí regañinas hipócritas por el uso de concertinas, pelotas de goma o aquella bárbara orden italiana a sus pescadores de no recoger náufragos fuera de sus aguas jurisdiccionales, horrenda violación del Consulado del Mar. Italia está pagando el pato de esta boda macabra. En Lampedusa enterraron por pisos y ya embarcan los cadáveres rumbo a Sicilia. El corredor turco-griego no es noticia porque los africanos no pretenden mendigar al pie de la acrópolis y se dispersan hacia Centroeuropa o incluso Escandinavia. Un socialista que se candidatea incansable para alcalde de Madrid, pegado a las televisoras como un negro a la verja de Melilla, acusa al Gobierno de haber recortado en un 80 por ciento la cooperación con el exterior, siendo corresponsable de que los africanos no quieran vivir en África. La falacia solidaria. No se debe financiar el desarrollo del expolio autóctono porque eso solo supone vaciar el mar con una espumadera, y para corrupción ya tenemos bastante con la nuestra. La vieja Europa colonial tiene una deuda pendiente y debería plantearse un plan Marshall para el mundo negro, blindado contra la rapiña institucional, pero fijar a los desesperados en su origen compete a la UE y no a la generosidad más o menos farisea de cada miembro. El Club se reserva el derecho de admisión y a Italia, España y Grecia nos han puesto de porteros matones de discoteca.