Política

Inocencio F. Arias

El cabreo y el cálculo

La Razón
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Un 60% de los griegos piensa que las nuevas elecciones afectarán negativamente a la economía del país. Sin embargo, el partido radical Syriza marcha levemente destacado al frente de las encuestas. Dado que su triunfo es lo que alarmaría a los europeos y lo que crearía a corto plazo una considerable inestabilidad económica uno está tentado a concluir que los griegos son masoquistas. Pero no, la razón de esa aparente incongruencia es más visceral: los griegos están simplemente cabreados. Como los habitantes de España y los de muchos países europeos. Sólo que los helenos tienen más motivos para ello. Las pensiones han sido reducidas no de casi forma imperceptible sino dura, un 39%, el desempleo es el mayor de Europa y el precio de las medicinas ha subido espectacularmente. Rémoras cuya intensidad no se da en otros pagos.

Del cabreo se nutre el izquierdófilo Syriza que, ¿les suena?, ya empieza a moderar su lenguaje. Alguno de sus dirigentes dice que la Troika es la fuente de todo mal, que no tiene legitimidad, etc., etc.... Olvida que la Troika es la que da la luz verde para que Grecia obtenga préstamos esenciales y que no se desplome. El líder máximo Tsipras ha prometido, si gana, reformas de sentido social (salario mínimo a 750 euros, 2.000 millones para ayudar a las familias pobres...) que suenan a quiméricas, pero ha empezado a suavizarse.

En Estados Unidos, en Navidades y con una economía que crece a un fabuloso 5%, el «problema» griego ha desaparecido de las primeras páginas (un periódico serio conjeturaba estos días que uno de los temas importantes de 2015 será si los entrenadores de fútbol en las universidades deberían ganar lo mismo que los de la Liga profesional). En Europa, inquieta. El comisario europeo Moscovici y el poderoso ministro de economía alemán advierten de que están dispuestos a seguir ayudando pero que si el nuevo gobierno se aparta de la ortodoxia, hace tabla rasa con los recortes y no sigue con las reformas, Europa tendría que replantearse la ayuda. Ésta, lamentablemente para los griegos, tiene plazo. El gobierno griego ha de negociar una ayuda de 1.800 millones antes del 28 de febrero. Los vencimientos de deuda en el primer semestre superan esa cantidad.

Los optimistas dicen que Grecia, aunque a años luz de España (los inversores internacionales desean ahora comprar deuda española, alemana o italiana) empezaba a ver la luz al final del túnel debido a las reformas y al turismo. Las elecciones y el fantasma de Syriza alteran el panorama. Los dirigentes europeos piensan que cualquiergobierno griego tendrá que aceptar un compromiso: le hacemos una pequeña quita, le ampliamos el plazo de pago considerablemente pero usted se compromete a honrar sus compromisos. El populismo de Syriza, con todo, les da escalofríos. Los griegos se mueven estos días entre el cabreo, el deseo de castigar a los de siempre, y la cabeza.