José María Marco

El retorno del felipismo

Susana Díaz, la nueva baronesa andaluza, empieza a mandar en el PSOE. Así se lo dejó bien claro a Rubalcaba, como informaba ayer LA RAZÓN, al amenazarle con retirarle su apoyo si el grupo socialista no respaldaba la (sumamente oportunista) moción de Rosa Díez en contra del independentismo. El socialismo español anda en plena desbandada ideológica y estratégica, y por eso es de celebrar que alguien tome las riendas en un asunto tan obvio, excepto para el PSOE, como es que un partido que aspira a gobernar España no puede andar preconizando que España se trocee al gusto del consumidor. Parece, por tanto, que se va recuperando algo de sensatez.

Algo distinta es la impresión que dejan estos hechos si se tiene en cuenta la posición de Susana Díaz. Para eso, lo mejor es recordar el significado del escándalo de los ERE falsos y todo lo que la instrucción de la juez Mercedes Alaya está sacando a luz. Lo que se ha puesto de relieve aquí no es un asunto de corrupción más o menos localizado, sino la naturaleza del poder en la comunidad andaluza. Y es que en Andalucía ha conseguido sobrevivir el socialismo de tiempos de Felipe González hasta casi veinte años después de que este perdiera el poder en el conjunto de España y acabara así la hegemonía del PSOE, que desde 1993 no consigue una mayoría absoluta en las Cortes.

Rubalcaba no ha sabido rescatar al PSOE del infierno del zapaterismo. Tampoco ha podido recuperar las antiguas señas de identidad del partido. Lo que la emergente Susana Díaz indica es por tanto un esfuerzo de restauración del socialismo desde el lugar en el que menos ha padecido, que es Andalucía. Y la plataforma desde la que surge es, naturalmente, la que sostuvo a Felipe González en sus casi quince años de gobierno. Desde este punto de vista, la reivindicación de la unidad nacional puede resultar un poco engañosa. De prevalecer esta nueva posición, algunos de los caprichos izquierdo-infantiles del PSOE de los últimos trece años podrían estar llamados a desaparecer. Lo que volvería no es, sin embargo, un socialismo centrado y actualizado ideológicamente. Volvería el socialismo de Felipe González, que logró construir un centro ficticio, con una actitud pragmática y sectaria a un tiempo, ajena a cualquier tradición socialdemócrata. Desde ahí supo torpedear la recuperación de un centro derecha abismado, por su parte, en disputas internas. No es empresa sencilla, pero es lo que se empieza a perfilar.