Alfonso Ussía
El terremoto
Después de comer, me tumbo media hora con la televisión encendida. En homenaje a mi amigo Juan Delibes sintonizo con su canal «Caza y Pesca». Si toca caza, permanezco despierto. Si cae la bola de la pesca buenista, entro en el sopor y duermo. El pasado 23, anteayer mismo, yacía con la senda marcada hacia el sueño cuando alguien me tocó el culo. Que nadie piense con perversidad. Me zarandeó el trasero un temblor de tierra, un terremoto. Y se precipitó al suelo un precioso dibujo original de «Barca», uno de los mejores dibujantes de España, insuperable en la interpretación de los paisajes cinegéticos. «Barca» es descendiente de Blas de Lezo, conde de Llobregat y marqués de Tabalosos, y se formó en el dominio del trazo inmortalizando, cuando éramos niños, mi perfil de oveja.
Inmediatamente supimos los levemente zarandeados por el temblor de tierra que el epicentro tuvo lugar en Ossa de Montiel, provincia de Albacete. Recordé el viejo cuento del régimen anterior. El aviso a un alcalde por parte de las autoridades centrales: «Movimiento sísmico detectado. Epicentro en ésa. Informen urgentemente». Y la respuesta: «Movimiento sísmico controlado. Epicentro y seis individuos más detenidos. Hemos tardado en responder porque se ha producido un terremoto que ha sido la leche».
Tuvimos, ya en la atardecida del día del terremoto –se venden camisetas con la leyenda «Yo sobreviví al terremoto de Madrid»–, al Arzobispo de la capital y provincia en LA RAZÓN. Don Carlos Osoro, montañés de Castañeda, que nos cautivó con su sencillez y categoría humana. Castañeda cuenta con una preciosa Colegiata, en cuya pila fue bautizado nuestro actual Arzobispo, y se alza en un precioso valle de verdes enfrentados, entre Vargas y Torrelavega.
Al final, se habló del aborto. «Para la vida no puede haber supuestos», sentenció don Carlos. Se oyó por ahí el nombre de Celia Villalobos, la señora de Arriola y vicepresidenta del Congreso de los Diputados, que terminaba de manifestar que en el Partido Popular no caben los adversarios del aborto. En el público había ministros, secretarios de Estado y muchos votantes del Partido Popular que no daban crédito a la insolente estupidez de doña Celia. Es decir, que doña Celia se permite hablar en nombre del PP en una cuestión de tan fundamental importancia. Y aunque todos los presentes calificaban a la señora de Arriola de «impresentable», aún no se ha oído la voz del presidente Rajoy para desautorizar al lórido pepero, esposa por otra parte del imaginativo y quiromántico Arriola, que manda huevos. Otro terremoto, absolutamente inoportuno en estos tiempos de pretendida recuperación de la confianza social. El poder de esa parejita en el PP abruma.
Los terremotos siempre conllevan la réplica, pero ésta se portó con educación y apenas se sintió. Después de la formidable intervención de don Carlos Osoro, compartí una copa con un empresario español que ha pasado la mitad de su vida en México y Guatemala. «El temblor de hoy en España en México no sería noticia. Más que un terremoto ha sido un espasmo de pollo recién capado». Efectivamente, el 23 de febrero ha tenido en España terremotos más contundentes. El de la expropiación de Rumasa y el del intento de golpe de Estado contra el nuevo y jovencísimo sistema democrático.
Pero como no hay mal que por bien no venga, un terremoto de luz y felicidad nos sacudió a los españoles. La noticia no admitía discusión ni duda. «El matrimonio Bardem-Cruz se plantea instalarse definitivamente en España». Una auténtica delicia.
Terremotos de sabiduría, terremotos de bondad, terremotos de cacatúas y terremotos de innecesariedad. Jornada intensa.
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