María José Navarro
El vestido
El otro día, leyendo algunos comentarios en Twitter sobre el famoso vestido de Nochevieja de Cristina Pedroche, me percaté de que se ha puesto de moda que una tía enseñe carne. O mejor dicho, lo que se ha puesto de moda es defenderlo. Así que se te asomas a las redes sociales y prestigiosas periodistas y algunos de los perfiles más seguidos están empeñados en que la libertad es un derecho inalienable y que la presentadora hace muy bien al mostrar lo que le dé la gana. Ella misma se ha encargado de decir que nadie la obligó y que está feliz de la vida de hacer de su capa un sayo. Hasta ahí nada que objetar. Imagino que tampoco habrá que objetar nada a que se piense lo contrario. Leía el otro día a una bloguera estupenda que se llama Diana López Varela y creo que daba en el clavo. «El problema no es que Cristina Pedroche enseñe las tetas, las bragas o lo que le dé la real gana. El verdadero problema es que Cristina Pedroche hace de tonta del culo. Concretamente, de tonta del culo enseñando las bragas». Añado otro problema más: hace de tonta sin serlo. Y lo que es peor, cree que los demás lo somos cuando disfraza su actitud de transgresión. Y Diana recuerda otra cosa más. En sus redes sociales se le acumulan comentarios asquerosos, de esos, Cristina, de los que las demás tratan de huir así, en general, que evitan, que les resultan incómodos. Mi madre, que es un sol, me va a echar la bronca porque considera que el origen humilde de Cristina Pedroche la legitima para hacer lo que quiera. Y yo creo que es al revés. Dicho lo cual y deseándole la mayor de las felicidades, quiero proponerme desde aquí para dar las uvas en La 2. Con gafas, cuello vuelto y, de cena, judías verdes.
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