César Lumbreras

En defensa de Cospedal

Durante los últimos meses vengo asistiendo con asombro a una multitud de críticas contra María Dolores de Cospedal, que me parecen injustas e improcedentes. Por este motivo me veo obligado a salir en su defensa. Ahora el PP es como una balsa de aceite; este grupo político, del que ella es secretaria general, no ha conocido unos tiempos de más calma y unidad y bien se podría decir que todos los dirigentes y militantes son una piña. Sus intervenciones públicas, dando cuenta de los asuntos del PP, son un modelo de precisión y de acierto, como cuando describió perfectamente el final de la relación entre su formación y Luis Bárcenas. A pesar de lo que se dijo en su momento, y de lo que se ha comentado después, llevó el asunto de tal manera que no ha tenido ni coste político, ni de imagen, ni tampoco repercusiones negativas para este partido. Las relaciones de María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, con el Gobierno, a través de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, son magníficas y están impregnadas de una gran cordialidad, hasta el punto de que es muy frecuente verlas juntas hablando amigablemente de sus cosas, vamos, que son uña y carne. En su otra faceta, como presidenta de Castilla- la Mancha, su gestión no admite peros y todo va a pedir de boca; por eso nadie duda de que repetirá victoria, en este caso por abrumadora mayoría, en las elecciones autonómicas de 2015. A la vista de que ella todo lo hace bien, tanto en Madrid como en Toledo, sus críticos no han tenido más remedio que volver los ojos hacia su marido, al que están buscando las cosquillas. ¡Qué injusta es la vida!