Julián Redondo

Enigmas y certezas

El duelo interestelar que protagonizan Cristiano emocionado y Messi resignado añade un nuevo capítulo a la historia de ambos con el tercer Balón de Oro del portugués, que sitúa el marcador en 4-3 a favor del argentino. Hasta el 30 de junio compartirán el tablero de sus partidas en España, trampolín de sus récords; después, sólo el cielo lo sabe. En el juego floral previo a la entrega de premios, al ser preguntados por su futuro, Cristiano recordó que acaba de renovar con el Real Madrid, donde se siente feliz, pero «que sólo Dios lo sabe». Si yo fuera madridista, estaría tranquilo, sigue. Messi, en cambio, se mostró poco o nada generoso con el aficionado culé y utilizó de nuevo la táctica de los dos discursos. El pasado domingo, en Barça-TV no juró amor eterno al club, pero dio a entender que estaba en el equipo adecuado, desmintió que tuviera rango de presidente, por definir de alguna manera su poder, que trasciende el vestuario, desmintió conflictos evidentes y acusó al entorno de que les «tiran mierda».

En Zúrich, 24 horas después y tras comentar que le gustaría terminar su carrera en el Barcelona y retirarse en Newells, añadió: «Pero nunca se sabe lo que pasará en el fútbol. No sé dónde estaré el año que viene». Enigmático. Él, como Cristiano, también renovó hace unos meses y se convirtió en el futbolista mejor pagado del mundo; no aclara, no garantiza, le cuesta sonreír cuando Luis Enrique le halaga, vota a Mourinho y se maneja en la incertidumbre con la destreza que despliega en el área y sus alrededores. Y así, entre misterios y certezas, Kate Abdo, presentadora británica, que estudió en Málaga, clausuró la gala de Cristiano Ronaldo y del fútbol de Alemania.