Julián García Candau

Entrenadores italianos

Carlo Ancelotti y Antonio Conte son italianos y no pretenden disimularlo. Ambos hicieron planteamientos bastante parecidos. Lo de Conte era previsible. Lo de Ancelotti, menos. Sobre todo porque tiene jugadores capacitados para jugar con menos miedo. Conte respetó al Madrid y Ancelotti sintió miedo. De otra forma no se explica que alineara a Sergio Ramos de lateral, que éste no tuviera libertad para subir por la banda y colocara en el centro a Varane y Pepe, con Xabi Alonso prácticamente incrustado entre ambos. Y por delante al siempre voluntarioso Modric y al estajanovista Khedira. Demasiada precaución para seguir recibiendo goles como en la Liga. Afortunadamente, en la segunda parte cambió el modelo y llegaron los tantos de Cristiano y Bale.

La diferencia fundamental en el juego de los dos equipos radicó en el hecho de que Pirlo gozara de toda clase de ventajas para que su gran clase se mostrara en plenitud. Pirlo jugó sin que nadie se le opusiera. En teoría, de vez en cuando se veía en su cercanía a Benzema. Pretender que fuera el delantero centro quien cortara el juego del director juventino era pura utopía. El Real Madrid no contó con director de orquesta que permitiera que tocaran los dos grandes solistas, Cristiano y Bale. Sólo con empuje mandó en la segunda mitad y ambos entraron en juego.

Buffon no vivió más peligro que en los goles. Casillas respondió con reflejos en dos jugadas. Solamente estuvo inseguro por alto. El penalti de Vidal era imposible que lo parara. En el remate de Llorente falló Varane. El Madrid, como siempre, al contragolpe marcó. El gol en contra lo estimuló.