Pedro Narváez
Estimado Kim Jong-un
Kim Jong-un se enfada porque Hollywood le hace un «biopic» cachondo, algo que hubiera bordado el Kubrick de «Teléfono rojo», que vista ahora después de la caída del muro de La Habana resulta aún más divertida porque si entonces el Pentágono y los rusos eran ridículos, hoy se tornan payasos de la historia que suele hacer héroes a los hombres, o sea todo lo contrario. Respiro la subordinada. Estimado Kim Jong: no quiere ser estrella de cine y eso que su película no es un remake del cerdito «Babe», que es lo más parecido a su figura que sale de una pantalla. Con ese corte de pelo, que ya quisiera el cholo Simeone. Si sus hackers, usted que fue capaz de echar a su familia a los perros, han llegado a las entrañas de Sony, entrarían a cualquiera de nuestros cables mientras estamos en la nube. Aquí le espero como un caballero Jedi muerto de miedo. Publique mis fotos privadas, los correos indiscretos, y los chistes que hacemos los periodistas con sus correspondientes motes. Uno no llega a la notoriedad sin una filtración y la única de la que puedo presumir es la del cuarto de baño. Hágame feliz. Usted sería una atracción de feria, la cumbre del pop, si no fuera porque cuando tira el cuchillo mata en la rueda del infortunio. Es un acento mal colocado en una palabra esdrújula. Solo. En su montaña de nieve. Y como nuestros amigos de Podemos obliga a que los suyos rían. La risa, más íntima que las lágrimas. Ahora que Venezuela ya es oficialmente un error de la Naturaleza, se torna como el mayor engendro cibernetico. Matrix. Pruebe a cambiar de sexo como uno de los directores de la saga. Pero no olvide hackearme. Como lo haría un toro bravo ante un maletilla.
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