José Clemente

Gatopardo socialista

Los socialistas en general y los murcianos en particular siguen rodando cuesta abajo sin llegar a percatarse de que al final de la pendiente les aguarda el abismo. Por eso mismo nadie dimite, nadie renuncia a su escaño por gorda que la haya liado, como aquella eurodiputada del PSC de nombre María Badia, una total desconocida a pesar de los ocho años que lleva instalada en la sopa boba, cuando pidió ayuda a la vicepresidenta de la UE, Viviane Reding, ante un inminente ataque del Ejército español a Cataluña por haber defendido las tesis independentistas. Ya sabemos que los payasos/as cobran, pero no los/as que insultan al despreciar el coeficiente intelectual de la gente de la calle, de la gente normal, porque ella se debe considerar de una clase superior que alcanza a ver lo que el resto de mortales es incapaz de imaginar. Por eso rueda el socialismo cuesta abajo, porque nadie cesa del cargo aunque la cagada sea tan grande como la del jefe, Rubalcaba, que después de perder seis convocatorias electorales sucesivas sigue como si nada en su despacho de la calle Ferraz. Por cierto, un despacho que el miércoles visitará Rafael González Tovar, que acude a esa cita con Rubalcaba para anunciarle al patrón que va a recuperar las bases perdidas afiliándolas por Internet.

Eso sí, con la idea por delante de «fortalecer el PSOE para que siga siendo el PSOE, o, cambiar para nada cambie», algo ya adelantado por el escritor Giuseppe Tomasi de Lampedusa, cuando en su novela «El Gatopardo» cuenta el enfado de Don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina y su familia del resto de Sicilia, al ver como su sobrino Tancredi Falconi, que ha luchado codo con codo con las tropas de Garibaldi, cambia de parecer para alinearse con los poderosos que emergen junto al nuevo gobierno de la unificada Italia, entre los que destacan aquellos de los que él abominaba. Algo parecido le ocurre al PSOE, hoy «gatopardista» o «lampedusiano» y mañana marxista-leninista, pensamiento Mao Tse-Tung. ¡Lo que hay que ver! Pero en realidad a Rubalcaba le importa bien poco todo eso, porque lo que le quita el sueño de verdad son las reuniones de sus máximos órganos directivos a finales de este año o comienzos del próximo. Una de esas primeras reuniones será la del Consejo Territorial, por eso Rubalcaba se está reuniendo con todos los barones del partido, a solas y en su despacho, para que nada se le escape y pueda salir airoso del mismo, y, después, el Comité Federal, donde podría encontrarse con una propuesta de primarias que debería convocar. Y para evitarlo debería seguir el consejo del también escritor John H. Newam cuando decía aquello de que vivir es cambiar y ser perfecto es haber cambiado muchas veces. Pero me temo que no.