M. Hernández Sánchez-Barba

Gonzalo Ximénez de Quesada

Nacido en Córdoba (1509), murió en Mariquita (Colombia) en 1579. Hijo de hidalgos acomodados residentes en Córdoba, que viven del ejercicio de la abogacía en las dos bellas ciudades an as del río Guadalquivir. Joven ingresó en la Universidad de Salamanca, donde recibe el título de Licenciado en Leyes. En 1535 pasa a América como Justicia Mayor en la expedición de Pedro Fernández de Lugo, hijo del Adelantado de las Canarias, Alonso Fernández de Lugo. Atraído por las noticias de Santa Marta, Pedro solicitó su gobierno y obtuvo la capitulación de gobernar y el nombramiento de capitán general, con derecho de sucesión en dichos cargos de su hijo Alonso Luis de Lugo. La de los Fernández de Lugo fue una expedición lujosa, que contrastaba con la pobreza de Santa Marta y sus pobladores; estaban obligados a penetrar hacia el interior del territorio y, en 1536, confían a Ximénez de Quesada el descubrimiento de las cabeceras del río Grande Magdalena, llevando en la expedición setecientos infantes, cien caballos y tres capellanes. Dos expediciones, fluvial y terrestre, que debían reunirse ambas en Zompallón el 26 de agosto. Pronto se advierte la extrema dureza de la expedición y el inevitable agotamiento de sus hombres. Quesada les infunde ánimo y consigue continuar hasta llegar a 150 leguas de Santa Marta, al lugar de La Tora, donde nuevamente se unen las dos expediciones. La fluvial deberá esperar allí ocho meses y, en caso de no tener noticias de la terrestre, regresar a Santa Marta.

Quesada continúa hasta el valle y sierra de Opón, donde apresan al cacique, y al valle de La Grita, bautizado así por lo mucho que gritaron los indios en son de guerra. El 4 de marzo de 1537 celebran la primera misa; escuchan un idioma diferente, ven sementeras y hermosas tierras. Se pasa revista; han llegado 166 hombres y 69 caballos. Continúan adelante, alcanzando la sede de Zipa de Bacatá y se emprende formalmente la conquista del reino chibcha, con la fundación de lo que se bautizó como Nuevo Reino de Granada, así como las ciudades de Santa Fe, Tunja y Vélez. Pero a comienzos de 1539 fue avisado por Lázaro Fonte de la llegada al altiplano de una hueste española procedente de los Llanos venezolanos, que resultó ser mandada por el alemán Nicolás Federmann; pronto tuvo noticias de la llegada de una tercera hueste por el Oeste, la mandada por Sebastián de Benalcázar, procedente de Perú y Quito. Se resolvió acudir al Consejo de Indias, para que estableciese quién tenía mejor derecho. Un acuerdo previo estableció la fundación jurídica del territorio que realizó Ximénez de Quesada ante las tres huestes formadas frente a la ciudad, la creación del municipio y el nombramiento de Justicia Mayor a Gonzalo Suárez Rendón. La jurisdicción del Nuevo Reino de Granada abarcaba la meseta y el sector occidental de Colombia integró la gobernación de Popayán, otorgada en 1541 a Benalcázar. Ximénez de Quesada fue derrotado en la Corte por la familia de los Fernández de Lugo, a quienes se dio el gobierno de Nueva Granada como Adelantados.

Ximénez de Quesada, hombre formado en el derecho y la jerarquía de la magistratura, no quedó conforme con principios humanísticos, ni desde luego con el veredicto final sobre la justicia en torno a la prioridad fundacional de la ciudad de Santa Fe. En consecuencia, inició una largo peregrinar por toda Europa detrás del Emperador Carlos V para solicitar la concesión de lo que, a su entender, en rigor y justicia le correspondía; cuando consiguió alcanzarle en alguna ciudad, bien se encontraba en las tremendas guerras contra los príncipes protestantes, bien en las arduas cuestiones del reformismo luterano, en reuniones para dilucidar cuestiones teológicas con eminentes personajes de la Iglesia o con personalidades políticas, consejeros del mismo emperador, o de reinos principados o generales y gente en armas para los constantes preparativos que era imprescindible despachar en el menor tiempo posible y, en todo caso, sin interrupciones que pudiesen perturbar los grandes asuntos que se trataban. Ximénez de Quesada pudo leer el libro del Obispo de Nochera, Paolo Giovio, donde el indicado erudito introducía una serie considerable de falacias contra España y el Emperador. Su lectura produjo una indignación fuerte en el ánimo patriótico de Ximénez de Quesada que, en cuanto consiguió ver al Emperador y que éste le reconociese el título de Mariscal por su prioridad fundacional de Santa Fe de Bogotá, marchó al Nuevo Reino de Granada, se recluyó en la villa de Suesca, donde escribió «El Antijovio», libro de amor a España y admiración por el Emperador. Editado en Bogotá en 1952, con un prólogo del catedrático Manuel Ballesteros Gaibrois, fue posteriormente analizado en su intimidad por el catedrático de la Universidad de Viena, Víctor Frankl.