María José Navarro

Gracias

Ya saben Vds, mis queridos niños, que todos los informes de todos los organismos internacionales que valoran los niveles educativos y de comprensión de los chavales españoles dicen que los chiquillos nos han salido bastante zoquetes. No es por echarles un cable ni por justificar lo que es una realidad preocupante, pero yo me recuerdo en aquellos años y, además de llevar una cejas donde se podía posar un búho y quedarse dormido y de vestir con pésimo gusto, era más bien tirando a boba. Tenía compañeros mucho más listos, por supuesto, pero tampoco recuerdo aquellas clases como lugares repletos de gente interesada por la realidad y la perspectiva de las cosas. Es decir, el diagnóstico podía ser el mismo que ahora, solo que antes no se hacía. Si yo fuera uno de esos señores de los organismos internacionales encargados de velar por nuestros niveles educativos recomendaría muy vivamente que en las aulas de nuestro país se emitieran los capítulos de «El Ministerio del Tiempo». Los que nos hemos enganchado a la serie acabamos cada entrega con la sensación de estar aprendiendo muchísimo de nuestra historia, de haberle cogido cariño a personajes de los que aburridamente habíamos leído en los libros de texto y por obligación, de estar comprobando que quizá hubo períodos infernales en nuestro pasado pero que es el nuestro y de todos ellos hemos sacado conclusiones para avanzar. Y una cosa más que le debemos a sus creadores. Los tres protagonistas representan lo mejor de la gente de este país. Mis queridos niños: salimos favorecidos. Alonso es bravo, leal, con principios inalterables. Julián es generoso, limpio y noble. Y Amelia es sensible, inteligente y apasionada. Gracias, Pablo. Gracias, Javier Olivares.