Gaspar Rosety

Jesé en su dolor

Apenas ha cumplido los 21 años de edad y la vida le ha ofrecido una dura travesía por la soledad y el sufrimiento. Cuando la carrera fulgurante se interrumpe por una compleja lesión, surgen los temores y los miedos, aparecen las dudas y las sombras; sólo cuando se alcanza la recuperación de la primera fase vuelven las esperanzas de un futuro que cabalga a lomos de la realidad.

Él ya ha dicho que volverá siendo mejor jugador. Estoy convencido. Y me gustaría añadir algo más; volverá siendo más fuerte, como ser humano, más experimentado y conocedor de la otra cara de la moneda, la cruz que todo hombre debe saber llevar sobre sus espaldas. Jesé tendrá que dedicar mucho tiempo al gimnasio, al esfuerzo físico, aprenderá a superar el dolor y a convivir con él, consciente de que, al día siguiente, volverá a sufrirlo.

Sin embargo, además de la tarea de recuperación, en la que estará siempre bien acompañado y dirigido por excelentes especialistas, tendrá mucho tiempo para reflexionar. Siete meses guardan muchas horas y muchos días y en ese parón, cuando creemos que el tiempo se detiene, el hombre mira hacia atrás y piensa. Analiza lo que ha hecho bien y repasa dónde y cuándo puede haberse equivocado. Es conveniente que ese tiempo se aproveche al máximo. La reflexión es actitud importante en la vida del animal social, el «zoon politikon» de Aristóteles. Es en ella donde se aprender a mejorar.

Le deseo de corazón una recuperación completa y que vuelva, como ha dicho, siendo mejor futbolista y ser humano. Y que cruce con ánimo el desierto de la soledad.