Restringido

La amarga victoria

ETA ya no mata, pero tampoco nos deja vivir. La frase la pronunció algún político vasco constitucionalista creo recordar que durante una de las treguas trampa planteadas por la banda antes de anunciar el cese definitivo de lo que ellos, y lo que es peor, muchos dirigentes de partidos democráticos, llamaban y siguen llamando lucha armada, un eufemismo que revuelve el estómago a cualquier persona de bien. Llevamos dos años escuchando que ETA ha sido derrotada porque ha dejado de colocar coches bomba y de disparar por la espalda a ciudadanos que cometieron el delito de no plegarse a sus exigencias totalitarias. ETA ha sido derrotada y la democracia ha vencido. Pues mucho me temo que estemos «disfrutando» de una amarga victoria a la vista de cómo los que han cambiado la goma-2 por escaños en gran parte de las instituciones de Euskadi y del Estado, están avanzando en su hoja de ruta, que es como la corrección política llama ahora al establecimiento de objetivos. Y entre esos objetivos siempre ha estado el viejo sueño de la anexión de Navarra al País Vasco. Un sueño que los abertzales más extremos, los herederos de la vieja Batasuna, siempre han compartido con el PNV que, igual que CIU en Cataluña, ha ido pasando por diversas fases camaleónicas a conveniencia, pero que nunca han perdido de vista la meta del independentismo. No hay más que recordar aquello tan de Arzallus de que unos agitan el árbol y el PNV recoge las nueces. Y la nuez más codiciada es Navarra que desde la ruptura entre el PP y UPN se encuentra con la cada día más cercana posibilidad de caer en manos de los proetarras. Posibilidad cierta si el Partido Socialista de Navarra se convierte en el caballo de Troya que permita desalojar a Barcina del poder. Barcina, que tiene una vicepresidenta bajo sospecha de corrupción, sí, pero igual que le ocurre a Susana Díaz en Andalucía con Diego Valderas. Similitud que la calle Ferraz de Madrid ignora de forma ignominiosa.