Alfonso Merlos
La caída del patriarca
¡Oiga, a mis corruptos no me los toque, que la tenemos!”. No puede haber decepción porque era lo previsible. Pero exactamente ésta -patética, equivocada, lamentable, cobarde- es la actitud de CIU». «¡Cuidado con los míos, ojito!». El cortijo del nacionalismo, el rancho del separatismo. La política rancia, de espaldas a los ciudadanos, al sentido común, a la realidad, al espíritu crítico, a la vergüenza y a la decencia. El dislate mayúsculo. La chulería grotesca.
Era imposible dejar a solas al patriarca. A él se le debe todo. Es la mentalidad del clan gitano. Subordinación absoluta. Pleitesía irracional. Justificación ante sus atropellos, sus mentiras, sus malas artes y su fariseísmo. Pero en el «caso Pujol» el teatro es de dimensiones faraónicas. ¿Merece acaso el emperador del soberanismo el respeto que se le ha regalado durante décadas?,¿por qué? , ¿por su experiencia, por su sabiduría?, ¿había alguna razón para investir de autoridad extraordinaria durante tanto tiempo a este impostor, a este mito de cartón-piedra loco por el color del dinero y sus movimientos lejos de la amada patria catalana?.
Los tribunales determinarán, sentencia tras sentencia, si las maniobras de guante blanco y cuentas negras de un presunto clan de ladrones provocan el entierro definitivo del «molt» honorable y parte de su prole. Políticamente es ya un juguete destruido. Carísimo, pero hecho añicos en su reputación impostada y su credibilidad volatilizada. Tarde pero de forma justa. Fin de una historia gris protagonizada por un mal caudillo y peor dignatario.
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