Paloma Pedrero

La dignidad

La Razón
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Mañana martes es la gran fiesta del orgullo gay. Pero no es la fiesta en sí, con su comercialidad, sus vanidades, sus ruidos y su exceso lo importante. Lo que hay que recordar es que esta semana de expresión en las calles, tiene el objetivo de que ninguna persona, cualquiera que sea su sexo, orientación sexual o identidad sexual, debe avergonzarse. Estar orgulloso de lo que uno siente, de lo que uno es, significa lo contrario de estar acomplejado y triste. Por eso es primordial que sea una celebración pública, un decir aquí estamos y nada tenemos que esconder, un nos reconocemos como seres íntegros e iguales. Es el orgullo en positivo; no el de la arrogancia o la vanidad, sino el de la satisfacción y la alegría. Es la fiesta de la dignidad de los diferentes; que son tantos, tantísimos. La cuestión es que hoy se sabe y se ve, pero antes se callaba y se escondía y se rechazaba. Y las personas con tendencias sexuales distintas a la mayoría tenían que esconderse o simplemente negarse. ¿Cuántos no han acabado su vida sin poder ser auténticamente ellos? ¿Cuántos no la han pasado haciendo un patético teatro ante sí mismo y los otros? Hoy hay más tolerancia y conocimiento. Los expertos nos aseguran que ya venimos con un cerebro conformado hacia una tendencia, o una identidad sexual. Hoy se observa en las ecografías cuando el feto está carente de ciertas hormonas y, según me han contado, a veces se les trata precozmente. Creo que, mientras no salga a la luz todo este complejísimo asunto que a todos afecta, habrá que seguir saliendo a las calles a expresar la dignidad. El orgullo de aceptar y ser aceptados.