Champions League
La duda ofende
Insistimos en la duda de Zidane, en si Bale o Isco, y es posible, incluso seguro, que Zidane no tenga la menor duda. Los jugadores le dan pistas. Kroos es firme partidario del 4-4-2, porque él rinde más y corre menos. En ese dibujo la presencia del galés le resulta sospechosa. Y el galés avisa de que no se encuentra al ciento por ciento, «sólo al 90». Zidane, que llega a la sala de prensa con la lección aprendida, encuentra una vía de escape para aplazar unas horas más el debate exterior que en el interior no existe: «Isco y Bale han jugado 16 partidos juntos». ¿Cuál de los dos será titular? Para un concurso de apuestas la pregunta es ideal, y para marear la perdiz, ocupar el tiempo libre y rellenar los agujeros negros de las redes sociales.
Mientras Zidane resuelve nuestras dudas, la final se echa encima: aficionados de la Juve y del Madrid terminan de planificar al viaje con sus sueños planeando sobre Cardiff. Lo que es el fútbol, lo que es una final de la Champions: el capricho de unos, la ilusión de la mayoría y el sacrificio de unos pocos, que llegaran de la manera más económica posible a Gales con los nervios a flor de piel y el bocata para distraer el hambre a las puertas del partido. Ya concluido, algunos tendrán más ganas de beber que de comer, porque la razón de la fiesta los asiste, y otro habrán perdido el apetito. Harán éstos de tripas corazón para emprender el viaje de regreso, que será eterno. Pero ni siquiera éstos, los perdedores, los derrotados, dudan. Todos creen que van a ganar el sábado, conscientes de que sólo la mitad lo consigue.
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