Martín Prieto

La guerra perdida de Afganistán

Declaró el presidente Zapatero que al llegar al Palacio de la Moncloa dio dos órdenes: retirarnos de Irak y aumentar las becas. Progresía emblemática. Inocencio Arias, a la sazón nuestro embajador ante Naciones Unidas, se ha cansado de explicar que no fue tanto el repliegue como la forma de hacerlo y que Bush Jr. casi se enteró por e-mail de que nos descolgábamos de la alianza para una guerra legal y ganada y nos imbricábamos en la de Afganistán, conflicto perdido de antemano. Ni los indostánicos budistas, ni los macedónicos de Alejandro el Magno, ni los ingleses, ni los soviéticos, ni la coalición occidental han domeñado nunca esa conjunción de pastunes, patanes, Tayikos o Hazaras, doblados los primeros por el fundamentalismo talibán y el voluntariado internacional de Al Qaeda. La retirada para 2014 de las fuerzas expedicionarias es ordenada y lógica porque el Ejército local que formamos está infectado y la mayoría del país acabará bajo control pastún-talibán. Queda el consuelo de sostener la Alianza del Norte dividiendo el país y pagando el precio de la heroína. No es de extrañar que el general Krystell hiciera declaraciones irreverentes a la revista «Rolling Stone» y que su sustituto, el general retirado D.Petreus, dedicara más tiempo a su biógrafa que a la guerra, porque todo se ha hecho desprolijamente. El Mulá Omar condenó el ataque a las Torres Gemelas el 11-S y deterioró su amistad con Bin Laden. Para dejar las cosas como hace un poco más de 10 años valdría que el clérigo tuerto ocupara la presidencia del inestable Karzai. El problema es Pakistán: nuclearizado, en permanente conflicto con India, unos servicios militares divididos entre Occidente y el fundamentalismo talibán con una frontera con Afganistán poblada de pastunes y donde se ocultaba Bin Laden. El World Trade Center hizo inevitable este conflicto en donde los generales habían suspendido el conocimiento de las materias históricas. La base aérea de Herat es sostenible, pero toca con Irán y también habría que evacuarla, pero negociando con nuestros aliados, y no a lo «ZP».